En el primer caso, delincuentes avezados, de esos que han
proliferado últimamente, han cometido un robo descarado a un insipiente y
pequeño comerciante kichwa. En el segundo caso, son funcionarios del Servicio
de Rentas Internas SRI y la fuerza pública, que han decomisado mercadería
“injustificada”, a un pequeño almacén de ropa que ha instalado una familia
kichwa, después de haber permanecido muchos años en España. En ambos casos, llanto, impotencia, decepción, pérdida del
capital invertido. En el segundo caso, niños maltratados que entre lágrimas
pedían a sus padres regresar a España. ¿Regresar a España? ¿Para qué? Si el
país ibérico está hecho pedazos, quizás peor que el Ecuador.
Se oyen voces sabias: “Todos debemos pagar nuestros
impuestos”. Concuerdo con esta sentencia, aunque reconozco que podríamos
discutirlo a fondo. Los fedatarios del SRI, pedían documentos, pedían extraños
códigos de importador. ¿Importador nosotros? Somos mindalaes desde tiempos
inmemoriales, viajamos, intercambiamos nuestros productos en recónditos lugares
del mundo, esa es nuestra forma de vida y supervivencia. La homogeneización
como visión estatal es lo erróneo. Imagínense pequeños artesanos y megaindustrias
metidos en el mismo saco.
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