jueves, 19 de noviembre de 2015

Víctimas y victimarios

Prevaleciendo la dignidad humana, creemos en los pactos de honor, incluso en épocas de conflicto bélico y nunca claudicaremos en la lucha por la plena vigencia de los Derechos Humanos; pero sin embargo cabe anotar, que cuando alguien decide pasar a la ilegalidad, a la insurgencia armada, a la guerrilla, una persona acepta todo el riesgo y sacrificio que demanda semejante decisión, incluso ofrendar su propia vida si es necesario. Es una decisión extrema donde alguien se compromete a matar o a morir, a desenvolverse en un ambiente de horror, de secuestros, de asaltos, de persecución, de venganza, y todo ese cuadro espeluznante que trae consigo una guerra.

Sorprende hoy, en este tiempo, que los excombatientes de Alfaro Vive Carajo – AVC, aprovechando la coyuntura política, traten de victimizarse y se vayan a acusar con el Gobierno Nacional, a sabiendas de que la Justicia ecuatoriana no goza de plena imparcialidad, que toda justicia debería tener. El escandaloso error de las autoridades ecuatorianas, al maquinar un justo o injusto homenaje en la alfombra roja de las altas esferas del poder político nacional, a los exmiembros de AVC, mientras se procesaba implacablemente a los 10 muchachos de “Luluncoto”, acusados de subversión y terrorismo, dejó en claro el sinsentido discurso oficial. Esto preocupa y con razón, que se haya politizado los procesos judiciales por crímenes de lesa humanidad.

Estamos conscientes de las tremendas arbitrariedades que se produjeron en el gobierno de León Febres Cordero, y los culpables ya hace tiempo que debieron ser castigados dentro de la ley. Si eso no ha pasado, sería justo que los involucrados se sometan, no a un sainete de revancha y venganza, sino a un ejercicio judicial pulcro e independiente, eso sí, sin la intromisión de nadie, ni del presidente, ni de los militares uniformados.

viernes, 13 de noviembre de 2015

Catzos y desfile

Todos los miembros de la familia, que estaban en condiciones de caminar en ascenso, varios kilómetros en dirección al taita Imbabura, nos despertamos apresurados dos horas antes de que llegue el alba, con la idea enfocada en coger la mayor cantidad de catzos blancos, en las faldas de este mítico cerro. Recuerdo que a finales de la década de los 70, no importó que fuera la fecha más importante de Otavalo, el 31 de Octubre, en el que, como portaestandarte de la Escuela “César Antonio Mosquera” de la comunidad de Agato, debía estar puntual para el desfile cívico de la ciudad, para madrugar a los catzos. Aunque la caminata al Imbabura fue como siempre una anecdótica aventura, esa vez no tuvimos la suerte de atrapar una cantidad aceptable de estos muy cotizados insectos blancos. Más peor aún, recuerdo que después de “corretear” hasta Otavalo, casi llego atrasado al desfile.

La tradición andina de la preparación gastronómica de los catzos, a pesar de la influencia de otras costumbres, no ha desaparecido; sino más bien se ha “comercializado”, esto, a razón de que por hoy lo podemos comprar en ciudades como Otavalo e inclusive Quito. Muchos por ignorancia o estar habituados a otro tipo de alimentos, podrían ver con repugnancia, pero su valor nutricional está por demás demostrado científicamente. Si se lo prepara adecuadamente y se lo combina con el tostado de maíz, puede convertirse en un exquisitez para cualquiera. Una publicación seria enfatiza que: “La carne de catzo tiene muchas proteínas, también contiene carbohidratos y minerales. No hay ninguna contraindicación para consumirla. Su carne es tan saludable y nutritiva como la carne de pollo”. Pues bien, una vez más queda demostrado, cuanta sabiduría la de nuestros antepasados, al haber heredado esta sana costumbre. ¡Buen provecho!

viernes, 6 de noviembre de 2015

La radio

Muchos recordarán que hace apenas unos quince años, la música nacional popular, llamada también como música “chicha”, y la música indígena o andina, no tenían espacio en las radiodifusoras locales ni nacionales del país. Todas estas manifestaciones musicales y culturales incluyendo la celebración del Inti Raymi, estaban en un claro proceso de pérdida y retroceso. Las radios tenían ojos y oídos solo para la música comercial, de preferencia la música extranjera. En este contexto un grupo de jóvenes kichwas del sector de Ilumán, a través de la Federación Indígena y Campesina de Imbabura FICI, tuvieron acceso a un pequeño y rudimentario equipo de radio, compuesto básicamente por una pequeña consola, un transmisor portátil y una antena. Así con música recopilada a través de amigos y vecinos, esquivando la mano dura de las autoridades de comunicación, comenzó la aventura llamada “Radio Ilumán” La voz intercultural, una radio bilingüe local, que apostaría por gestar y revitalizar las expresiones culturales del pueblo kichwa.

Gracias a ese proyecto comunitario a la que muy pronto nos sumamos otro grupo de jóvenes entusiastas, amantes del quehacer comunicacional, pudimos influir en el destino de las expresiones culturales de nuestro pueblo. Con el tiempo, estas y otras acciones dieron su fruto. Nuestra música y nuestra lengua madre que es el kichwa, comenzó su viaje a través de la frecuencia radial, para impregnarse con fuerza en el corazón y mente de nuestros oyentes, básicamente de Otavalo y Cotacachi. El Inti Raymi resurgió con ímpetu, no solamente dentro del sector indígena, sino más allá. La música andina se amplió a otras radios locales e incluso nacionales a niveles insospechados. Tanto se pudo hacer con una pequeña radio, y qué pena que los kichwas otavalos no hayamos podido acceder a una radio de frecuencia regional, en tiempos de la tan cacareada redistribución equitativa de frecuencias.