Era como las dos de la mañana de un fin de semana cualquiera, en la ciudad de Otavalo de hace aproximadamente un cuarto de siglo, venía en mi motocicleta en una de mis andanzas juveniles, cerca de la Plaza de los Ponchos, distingo a otro muchacho indígena que me hace parar con insistencia, me detengo, sin mayores explicaciones se monta en mi moto, yo entiendo y arranco enseguida. El “pana” había sido de Peguche, comunidad cercana a Otavalo. Después de varios años me encontré con este “compañero”, ya en una situación tranquila me explicó de aquel incidente. Resulta según me dijo, que una jorga de mestizos lo había acorralado de esquina a esquina para agredirlo, y que yo había llegado justo en el momento preciso; recuerdo que el agradecimiento hacia mí, fue emotivo y sincero.
La clásica y tradicional canción del grupo Winiaypa, titulada Chuchaqui, que por cierto es una de las mejores fusiones kichwas con ritmos contemporáneos, cuenta otro de los tantos incidentes étnicos entre indígenas y mestizos, que era muy común hace unas dos décadas. Muy a menudo al encontrarse con un grupo de muchachos mestizos, sin razón alguna lanzaban improperios a los indígenas, como: “indios”, “longos”, “roscas”, entre otros. Las relaciones entre los indígenas que empezaban a tomarse Otavalo y cierto sector de mestizos reaccionarios eran tensas. Recordemos que en 1996, Verónica Barahona, chica indígena que pretendía participar en la elección de la Reina del Yamor, fue rechazada contra todo razonamiento, por razones étnicas. Por esas mismas fechas las autoridades municipales de ese entonces, pretendieron sacar el monumento a Rumiñahui del parque central, sin conseguirlo.
Indudablemente el ascenso de Mario Conejo a la alcaldía de Otavalo, inauguró un nuevo periodo dentro de las relaciones interétnicas en la ciudad, y podemos decir que hemos avanzado. En mi caso por ejemplo a más de la fluida vida social entre amigos y familiares “runas” dentro de la ciudad, tengo muchos amigos mestizos con quienes hemos compartido alegrías y tristezas dentro de una sincera camaradería.
viernes, 29 de agosto de 2014
sábado, 23 de agosto de 2014
Entorno violento
He llegado a la conclusión de que la violencia
lastimosamente es algo inherente a la naturaleza humana. Además sin necesidad
de justificarla, debo presumir que nuestro mundo es violento, que nuestra
galaxia y el universo mismo es violento. El micro cosmos es una eterna batalla
bacteriológica y de violentas colisiones subatómicas. En tal sentido los que
osamos estar vivos en esta fracción de segundo cósmico, somos naturalmente unos
supervivientes. Existe evidencia de que el ser humano es igual o más violento
que sus antepasados de la antigüedad, por hoy con una maquinaria más
sofisticada para hacer daño al prójimo. Por más religiosos y pacifistas que nos
declaremos, siempre tendremos impregnado en nuestra memoria, algún desliz
violento en nuestras vidas, eso es innegable.
Dentro de esta cruda realidad también se percibe tenue, la
luz de la sensatez y la búsqueda de la paz, destinada a eliminar el
sufrimiento, como un acto altruista de la inteligencia humana. En diferentes
épocas de la historia de la humanidad, han aparecido mensajeros de la paz o
profetas que nos han inducido hacia esa paz y convivencia fraterna, que todos
necesitamos pero que no la podemos establecer a cabalidad. Por ejemplo nadie
olvida el mensaje de paz que advirtió
Jesús el Galileo. También es cierto
que el tema religioso ha sido conflicto de sangrientas batallas y de
apasionadas discusiones, que pone en entredicho el propósito mismo de una fe
religiosa.
Cierto es que la política y la religión establecen los
parámetros legales y morales, para establecer una convivencia pacífica que nunca
se ha logrado en su totalidad; de ahí que estos temas son de un debate un tanto
conflictivo, que muchos prefieren evitarlos. Sin embargo cabe señalar que por
hoy son los únicos caminos tendientes a conseguir un equilibrio aceptable de
correlacionarnos en nuestro entorno y el mundo; por eso la necesidad de líderes
religiosos y políticos que sepan sobrellevar el yo violento interior que todos
tenemos, enjaulado en las rejas de la paz colectiva, que es lo que cuenta más.
miércoles, 20 de agosto de 2014
La diminuta humanidad
Con la muerte de nuestro cuerpo físico, evidentemente el
universo conocido llegaría a su fin para cada uno de nosotros. Absolutamente en
todas las culturas del mundo, se ha especulado sobre el origen y la razón de la
existencia humana, y dentro de esta eterna búsqueda que calme nuestra crisis existencial
como seres racionales, está la búsqueda de un ser absoluto llamado dios, el
responsable de nuestra existencia y destino final. Muchos creen haber develado
ese misterio y proclaman una suerte de verdad absoluta a sus creencias, para
así poder regocijarse y encontrar cierta
paz interior. La religión y la espiritualidad son necesarias para los pueblos,
casi imprescindibles, en la medida que establece una convivencia social aceptable
a través de sus valores morales. Pero
esas creencias no deberían contraponerse al conocimiento y las ciencias, como
ocurrió en la Edad Media, sino deberían buscar por lo menos una mínima
confluencia que evite un profundo conflicto filosófico. El entendimiento entre
ciencia y religión parece algo desnaturalizado por sus particulares principios.
Vaya dilema.
Adentrarnos en el conocimiento del cosmos y sus misterios,
nos eleva más allá de nuestras creencias religiosas, para convertir al dios de
los humanos en algo diminuto e intrascendente. Nuestro planeta azul, apenas es
un puntito extremadamente diminuto en la Vía Láctea, nuestra galaxia.
Suponiendo que se podría viajar a la velocidad de la luz, que es de 300 mil
kilómetros por segundo, necesitaríamos 27 mil años de constante viaje, solo
para llegar a la mitad de nuestra galaxia, y de esas galaxias existirían
aproximadamente unos 100 mil millones solo en el universo observable. Esto
hablando de cuerpos celestes, pero el universo tiene misterios casi
incomprensibles a la mente humana. El espacio que se consideraba como algo vacío,
ahora se sabe que contiene la mayor parte de la materia del universo,
conformada por radiación electromagnética, partículas cósmicas, neutrinos sin
masa e incluso formas de materia oscura y la energía oscura.
Muchas de las verdades científicas de antaño se derrumban
con el avance del conocimiento humano. Por ejemplo siempre se dijo que la
distancia entre dos puntos es la recta, hoy se especula incluso que el espacio
cósmico se puede torcer para acortar la distancia de esos dos puntos. Los
misteriosos agujeros negros galácticos tienen una gravedad inimaginable que
podría comprimir todo el planeta tierra al tamaño de una papa. Si nos
adentramos al micro cosmos, la física cuántica hoy nos hace dudar de lo que
nosotros conocemos como realidad, incluso pone en entredicho la teoría del
origen del universo, este podría remontarse más allá del Big Bang. La mente
humana es la mutación más maravillosa del todo, por poseer conciencia, es un
milagro de nuestro universo conocido. A pesar de la insignificancia en el
cosmos, la vida humana está llamada a trascender en el universo, a evitar su
destrucción, a buscar los medios y la tecnología para nuestra supervivencia o
morir en el intento; si no logramos este cometido, ¿de qué nos serviría el altruismo espiritual, nuestra
veneración a la madre tierra, o a aquel Dios omnipotente? Mientras tanto
flotamos cual frágil burbuja en el espacio.
Ejemplo Curitiba
La ciudad brasileña de Curitiba, debería ser la inspiración
para todas las autoridades municipales y de quienes sueñan con una ciudad
modelo. Curitiba la capital del estado brasileño de Paraná, es una metrópoli de
nivel internacional, donde sus índices de desarrollo humano y económico, hablan
por sí solos. El modelo de gestión de la trasportación urbana es reconocido a
nivel mundial y no es raro ver a funcionarios de todas partes del mundo que
visitan la urbe, interesados en su afamado modelo, que ya lo han puesto en
práctica ciudades como Los Ángeles y Nueva York. Es conocido que en esta
ciudad, todo es ordenado; por ejemplo las estaciones de taxis están separadas
en forma adecuada y estos no paran en cualquier esquina, a no ser que sea una
emergencia. Aquí en verdad se respeta al peatón, sin importar que sea un niño,
adulto o mayor. A esto se suma sus atractivos culturales y turísticos como el
Jardín Botánico de Curitiba o la Ópera de Alambre, entre tantos otros que
provocan la visita de 300 mil turistas al año.
Sus habitantes se enorgullecen de esas preferencias que han
logrado a través de una adecuada administración pública y también con el
impulso de organizaciones privadas. Otro orgullo de esta ciudad cosmopolita
está en sus espacios verdes, cada habitante tiene un espacio verde de 52 metros
cuadrados, que va más allá de lo que pide las Naciones Unidas, que es de 15
metros cuadrados. Existen más de 144 km de espacios para bicicletas bien
respetadas y bien utilizadas. Pero sobre todo esto, es la amabilidad de su
gente, la que le hace destacar incluso por sobre las ciudades europeas.
Aquí más cerca, en Otavalo, tenemos una ciudad con un gran
potencial de proyección, solamente hace falta una cosa: sintonía visionaria
entre autoridades, ciudadanía y comunidades. Ejemplos como la de Curitiba en
Brasil o Santa Fe en Nuevo México Estados Unidos, son de mucha valía a la hora
de trazarnos una hoja ruta, para nuestra ciudad y sus comunidades. Es hora de
mirar más allá del horizonte inmediato.
lunes, 4 de agosto de 2014
Fierros infernales
Una carnicería como la que está sucediendo en la Franja de
Gaza, dentro del conflicto palestino-israelí, debe ser condenada sin vacilación
alguna. Pero parece que los intereses políticos regionales y geopolíticos,
priman más que el valor de la vida humana, esto ante la impávida expectación de
los organismos y países llamados a hacer respetar un alto al fuego inmediato.
En este conflicto de complejidad muy extensa, es fácil llevarse por nuestra
emotividad ideológica y maldecir al “cuco” sanguinario del Estado de Israel o a
las milicias extremistas del grupo Hamas. En una guerra todos son asesinos,
pero en perspectiva de cada bando, son luchadores y patriotas que gozarán
incluso del beneplácito de sus dioses. Aquí nuestro enemigo general debería ser
la guerra y quienes pregonan por ella, la dirigencia de los dos bandos, a las
que no ha importado en absoluto poner a civiles e incluso niños en la mira de
sus fierros infernales.
El arsenal nuclear de la Guerra Fría sigue intacto y el peligro de una
aniquilación en términos globales también. El guía supremo iraní, el ayatola
Ali Jamenei, acusó a Israel de estar cometiendo un “genocidio” en Gaza y pidió
al mundo islámico que arme a los palestinos para luchar contra el “régimen
sionista”. Si esto sucede –como muchos lo querrán- el polvorín del Medio Oriente
podría explotar afectando incluso la paz global, en un mundo en que los
nacionalismos belicosos parecen resurgir nuevamente. El presidente
estadounidense Barack Obama ha declarado que cualquier solución a largo plazo
del conflicto pasaría por “desarmar a los grupos terroristas y desmilitarizar
Gaza”. Obviamente a Israel y occidente no le interesa el establecimiento de un
Estado Palestino, y los palestinos con todo su derecho histórico, tampoco
renunciarán a su patria; tornando aquel conflicto a su punto inicial.
En cualquier tipo de conflictos bélicos y más que todo en
los conflictos internacionales el papel protagónico de la ONU en la búsqueda de
una solución inmediata, debe ser inexcusablemente protagónico. Esperemos que
las mentes de los líderes mundiales se “iluminen” y que puedan dirimir con
sabiduría en esta clase de conflictos.
La diminuta humanidad
Con la muerte de nuestro cuerpo físico, evidentemente el
universo conocido llegaría a su fin para cada uno de nosotros. Absolutamente en
todas las culturas del mundo, se ha especulado sobre el origen y la razón de la
existencia humana, y dentro de esta eterna búsqueda que calme nuestra crisis existencial
como seres racionales, está la búsqueda de un ser absoluto llamado dios, el
responsable de nuestra existencia y destino final. Muchos creen haber develado
ese misterio y proclaman una suerte de verdad absoluta a sus creencias, para
así poder regocijarse y encontrar cierta
paz interior. La religión y la espiritualidad son necesarias para los pueblos,
casi imprescindibles, en la medida que establece una convivencia social aceptable
a través de sus valores morales. Pero
esas creencias no deberían contraponerse al conocimiento y las ciencias, como
ocurrió en la Edad Media, sino deberían buscar por lo menos una mínima
confluencia que evite un profundo conflicto filosófico. El entendimiento entre
ciencia y religión parece algo desnaturalizado por sus particulares principios.
Vaya dilema.
Adentrarnos en el conocimiento del cosmos y sus misterios,
nos eleva más allá de nuestras creencias religiosas, para convertir al dios de
los humanos en algo diminuto e intrascendente. Nuestro planeta azul, apenas es
un puntito extremadamente diminuto en la Vía Láctea, nuestra galaxia.
Suponiendo que se podría viajar a la velocidad de la luz, que es de 300 mil
kilómetros por segundo, necesitaríamos 27 mil años de constante viaje, solo
para llegar a la mitad de nuestra galaxia, y de esas galaxias existirían
aproximadamente unos 100 mil millones solo en el universo observable. Esto
hablando de cuerpos celestes, pero el universo tiene misterios casi
incomprensibles a la mente humana. El espacio que se consideraba como algo vacío,
ahora se sabe que contiene la mayor parte de la materia del universo,
conformada por radiación electromagnética, partículas cósmicas, neutrinos sin
masa e incluso formas de materia oscura y la energía oscura.
Muchas de las verdades científicas de antaño se derrumban
con el avance del conocimiento humano. Por ejemplo siempre se dijo que la
distancia entre dos puntos es la recta, hoy se especula incluso que el espacio
cósmico se puede torcer para acortar la distancia de esos dos puntos. Los
misteriosos agujeros negros galácticos tienen una gravedad inimaginable que
podría comprimir todo el planeta tierra al tamaño de una papa. Si nos
adentramos al micro cosmos, la física cuántica hoy nos hace dudar de lo que
nosotros conocemos como realidad, incluso pone en entredicho la teoría del
origen del universo, este podría remontarse más allá del Big Bang. La mente
humana es la mutación más maravillosa del todo, por poseer conciencia, es un
milagro de nuestro universo conocido. A pesar de la insignificancia en el
cosmos, la vida humana está llamada a trascender en el universo, a evitar su
destrucción, a buscar los medios y la tecnología para nuestra supervivencia o
morir en el intento; si no logramos este cometido, ¿de qué nos serviría el altruismo espiritual, nuestra
veneración a la madre tierra, o a aquel Dios omnipotente? Mientras tanto
flotamos cual frágil burbuja en el espacio.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)