martes, 25 de marzo de 2014

Los celtas y los kichwas

Situaciones similares en el mundo, se pueden encontrar a diestro y siniestro, pero el caso de los celtas con los kichwas, es algo excepcional. Los celtas dominaron durante mucho tiempo gran parte de Europa, desde el mar Negro hasta el Atlántico. Las lenguas celtas que se originaron a finales de la Edad de Bronce –1200-800 a.C.– en una civilización de tribus aristocráticas y guerreras, se expandió por gran parte del viejo continente; una forma temprana del galés –idioma celta– se hablaba en Gran Bretaña, 1500 años antes que el inglés antiguo ganara terreno. La palabra celta marca su distancia y diferencia cultural de la romana y la griega; el término en sí, viene del griego keltoi, y apareció en el siglo VI a.C. para referirse a las tribus bárbaras que vivían al interior de la región del Mediterráneo.

Grandes monumentos y sitios históricos ubicados en las riveras del extremo oeste de Europa, corroboran los gloriosos días del pasado celta, como los monolitos de Stonehenge, ubicado en Inglaterra, y patrimonio arqueológico de la humanidad. A raíz de la expansión de los romanos, quienes sometieron a los ejércitos celtas por el siglo II a.C., al que le siguieron los anglosajones, vikingos, normandos, y finalmente los ejércitos coloniales ingleses y franceses, que incluso prohibieron sus lenguas, sus nombres, su derecho a poseer propiedades y en el caso de los clanes escoceses hasta su vestimenta (el famoso kilt); comienza su destino, el de los pueblos vencidos, recluidos en las tierras más inhóspitas del continente, arrinconados en el extremo norte de Escocia, en Irlanda, Inglaterra, Francia, España y Portugal; situación que para bien, ayuda como un mecanismo de supervivencia cultural.
En Escocia la fuerza por la vigencia milenaria y cultural es evidente, las lenguas celtas al igual que otras lenguas maternas del mundo tienden a desaparecer ante la globalización; menos del 1% de la población de Escocia, es decir tan solo 30 mil personas, hablan esta lengua con fluidez, mayores principalmente; pero es que hablar gaélico al igual que hablar el kichwa andino, suena a rebeldía, a insurrección; suena a una voz que a pesar de miles de años de confinamiento, de persecución, se niega a desaparecer.
Actualmente a excepción de algunas regiones en Irlanda, los galeses se destacan por preservar los nombres propios de los lugares, sin la denominación anglófona, en especial en las regiones del norte y del oeste, donde se encuentra el baluarte más sólido de las lenguas celtas: cerca de 600 mil personas, aproximadamente, una quinta parte de la población, pueden hablar galés, y son las beneficiarias de un movimiento nacionalista que ha utilizado el idioma como un grito unificador desde la década de los 60, ahora la lengua antigua se escucha en las escuelas, los bares, las tiendas y en la televisión.
A pesar del ostracismo, la cultura celta sigue vigente y ahora en uno de esos giros que suceden en la historia, los celtas y su cultura parecen ser una de las identidades más seductoras del nuevo siglo, más que todo en Europa: libres de espíritu, rebeldes, poéticos, adoradores de la naturaleza, mágicos y autosuficientes; al igual que los kichwas andinos.

Derechos extras

Ciertamente hemos exigido en la alcaldía, una mayor atención a los sectores indígenas de Otavalo. La respuesta de la primera autoridad municipal, se sintetizaba en la idea de que “soy el alcalde de todos”, tal vez con mucha razón. Pero repasemos una vez más la realidad de Otavalo y sus comunidades indígenas. El desarrollo económico de Otavalo se sustenta en el turismo y la producción artesanal básicamente; y el turismo se sustenta en la riqueza cultural o étnica de sus comunidades originarias. Entonces a nuestro entender resultaba obvio priorizar el fortalecimiento y continuidad de esos sectores económicos y culturales.

Por otro lado las poblaciones indígenas, por su condición histórica de marginalidad y vulnerabilidad, han sido favorecidas con una serie de leyes, acuerdos y convenios, tendientes a revitalizar sus culturas y modos de vida. En tal virtud la idea de que todos tenemos las mismas obligaciones y derechos, cae en la equivocación, por la sencilla razón de que las poblaciones indígenas, tienen algunas exenciones, preferencias y derechos extras, como los derechos colectivos. Cabe citar algunos de ellos: “Los pueblos indígenas tienen derecho a la libre determinación. En virtud de ese derecho determinan libremente su condición política y persiguen libremente su desarrollo económico, social y cultural.” “Los pueblos indígenas tienen derecho a mantener y desarrollar sus sistemas o instituciones políticas, económicas y sociales, a que se les asegure el disfrute de sus propios medios de subsistencia y desarrollo, y a dedicarse libremente a todas sus actividades económicas tradicionales y de otro tipo.” Artículo 3 y 20 de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los Pueblos Indígenas.

En otro ejemplo, el Código Orgánico de la Función Judicial, en su artículo 344, literal c y d, dice lo siguiente: “Lo actuado por las autoridades de la Justicia Indígena, no podrá ser juzgado ni revisado por los jueces y juezas de la Función Judicial, ni por autoridad administrativa alguna…” “Pro jurisdicción indígena.- En caso de duda entre la jurisdicción ordinaria y la jurisdicción indígena, se preferirá esta última…” Más que un trato igualitario, lo que exigimos es un trato justo y basado a la legalidad proclamada.

viernes, 14 de marzo de 2014

Serás viejo también

No hace mucho, en una de las redes sociales, se notó la publicación de una fotografía que seguro llegó profundo a muchos: una anciana maltratada al borde de la calle, y una leyenda que más o menos decía así: “Cuidé y crié a seis hijos, ahora nadie me puede cuidar”. ¡Tremendo! Un mensaje impactante que no se aleja de la realidad. El sacrificio que realizan los padres, en especial la madre de familia, en cuanto al cuidado de su crío, es invalorable y se extiende más allá de la edad adulta. El embarazo, los dolores, el parto, el amor, el cariño, la salud, la alimentación, vestimenta, entre muchos otros regalos que nos han proporcionado como hijos e hijas, muchas veces no son lo suficientemente reconocidos. La gratitud como uno de los valores y legados de nuestros padres, por hoy se pierde en el ajetreo  del mundo moderno, el trabajo, la diversión y el quemeimportismo hacia nuestros viejos.

La cultura occidental caracterizada por el institucionalismo, han creado guarderías y escuelas para nuestros niños; asilo de ancianos para nuestros viejos, sitios destinados a recluir a los adultos mayores, lugar donde alguien los cuida, pero que en realidad son hospicios donde nuestros mayores, literalmente se alojan para esperar la muerte, lejos de sus seres queridos; a razón de que sus hijos están muy ocupados y no pueden hacerse cargo de ellos. Los que tienen menos suerte incluso pueden terminar absolutamente solos o en la calle.

La tradición andina en estos casos demanda o demandaba otro tipo de responsabilidades para con nuestros viejos; más humana, más respetuosa y más justa, en la que los ancianos seguirán al cuidado afectuoso de su familia, por el resto de sus días. Estos son los valores que se anteponen a una vida contemporánea, en la que el dinero prima en la supervivencia familiar; tiempos en que el tiempo para compartir la sabiduría de nuestros viejos, la dulzura y la inocencia de nuestros hijos, se limita cada vez más. Seamos más agradecidos con nuestros mayores, no nos olvidemos de ellos. Recordemos que ese será nuestro retrato y nuestro destino también. 

viernes, 7 de marzo de 2014

Revés democrático

Una reforma constitucional para instaurar la reelección indefinida, no calaría profundo en nuestro país y sería un error garrafal en el proyecto político de la revolución ciudadana. La reelección indefinida es una aberración en sociedades que de alguna forma se han alineado dentro de la democracia occidental, acogiendo valores como la libertad, la alterabilidad y la pluralidad. Si nos sinceramos y vamos con la posibilidad de nombrar gobernantes vitalicios, mejor nombremos un rey, una monarquía absoluta; o para ser más justos nombremos un inca o un shiri, que sería lo más acorde con la realidad y la historia ecuatoriana.

Las masas populares son susceptibles al engaño y a la manipulación, tal como ocurrió en la Alemania nazi, o en otros tantos gobiernos incluso llamados democráticos; sin embargo hay que reconocer que actualmente la comunicación fluye vertiginosamente por las redes de la información, configurando gracias a la tecnología y a la internet, ciudadanos con mayores posibilidades de conocimiento, participación política y discernimiento. En Ecuador, seguro que aquella época en donde el populismo campeaba a sus anchas, solo es un patético recuerdo histórico; y hoy es evidente que a pesar del rechazo a la política, los ecuatorianos y ecuatorianas tienen una conciencia democrática y política más clara; o por lo menos esa es la lectura que podemos concluir en relación a los resultados de las últimas elecciones.

Las democracias latinoamericanas tuvieron un pasado turbulento, con la presencia de dictaduras, golpes de estado y caudillismos; sin embargo hubo esperanzas alentadoras para la consolidación democrática en la región. La presencia de gobiernos “progresistas” de aparente simpatía con regímenes totalitarios, pone en entredicho tal esperanza, pero suponemos que son gajes de la vida política de un país. Si realmente los actuales gobernantes del país, quieren dar luz verde a la reelección indefinida, no nos quedaría más remedio pedir cierta sensatez  y solicitar que permitan un real, debido y justo debate al interior de la sociedad ecuatoriana.

domingo, 2 de marzo de 2014

El fin del mundo

El milagro de la vida en el planeta Tierra, sería simplemente un rápido parpadeo en relación a los cánones universales y el ciclo de vida del sol y nuestro sistema solar. A pesar de que nuestra vecindad planetaria tiene un pronóstico de existencia de 7 500 millones de años todavía, no podemos decir lo mismo de la vida, tal cual como lo conocemos ahora. Con la cantidad de asteroides y cometas que orbitan nuestra galaxia, es probable que dentro de un tiempo muy corto o millones de años, la tierra sea testigo de otra hecatombe igual o mayor a lo que aconteció hace 65 millones de años, cuando un asteroide de 9.6 kilómetros de diámetros, impactó la Tierra, exterminando a los dinosaurios que habían dominado el planeta por 160 millones de años. Según los fenómenos cíclicos del planeta, también es sabido que estamos cerca de una glaciación que igual sería una amenaza mortal para la vida. Otros acontecimientos catastróficos están predestinados a nuestro planeta, como las variaciones orbitales y el desplazamiento de las placas tectónicas, que dentro de unos 250 millones de años, unirán nuevamente los continentes, provocando un calentamiento global sin precedentes. Pero las amenazas pueden aparecer de rincones más recónditos de nuestra galaxia, la Vía Láctea; una estrella de neutrones que desintegraría nuestro planeta, o un agujero negro que se tragaría a todo nuestro sistema solar.


El misterio y la creación más grande del universo conocido, es el cerebro y la conciencia humana. El reto mayor de nuestra especie, sin pretender ser arrogante, sería la de trascender a través  del tiempo y el espacio, hasta alcanzar niveles insospechados de existencia, y esto es una ambición innata de nuestra condición humana, que no debería causarnos vergüenza. La propia evolución humana, el desarrollo de la tecnología y las ciencias, permitirán nuestra propia supervivencia, quizá fuera de este mundo, en otras estrellas, en otros planetas. Mientras el flash galáctico se difumina, seguiremos enredados en pasiones triviales, propias de nuestra existencia actual.