viernes, 24 de marzo de 2017

Lasso vs. Moreno

Según las últimas encuestas, aunque puede ser leído como un empate técnico, señalan como un eventual ganador, si las elecciones fueran en este momento, al candidato oficialista Lenín Moreno. Si el candidato opositor Guillermo Lasso y su equipo de campaña, no tienen un “as bajo la manga”, para un remate contundente en estos últimos días de campaña, considero que están perdidos. Guillermo Lasso al que sus detractores lo califican despectivamente como el candidato banquero, no ha tenido una irrupción prodigiosa en la política ecuatoriana, sino al contrario ha tenido una cierta resistencia por su condición de representante de los sectores pudientes de la sociedad ecuatoriana, por haber sido parte aunque sea momentáneamente, en el tristemente célebre gobierno de Jamil Mahuad; esto se evidencia que a pesar de haber aglutinado casi a todos los sectores opositores al gobierno para la segunda vuelta del 2 de abril, en términos porcentuales de intención de voto, tenga que pelearse cada fracción con su contendiente. Recordemos que aunque con serias sospechas de fraude a favor del oficialismo, Lenín se quedó solamente por un “pelo”, en su afán de entrar de una a Carondelet.

El oficialismo ha apostado a todo, sin discriminación alguna, incluso a prácticas poco éticas. Es destacable la profesionalidad de su equipo de campaña, el de marketing político e imagen más que todo; lo que el candidato opositor ni con todo el dinero que pueda tener, ha logrado comprar. En fin es una campaña atípica e injusta como se ha visto en ocasiones anteriores, una campaña en la que la oposición se enfrenta a toda la maquinaria estatal y oficial, que se ha fortalecido en estos años de “revolución”, de quienes como dé lugar, quieren mantener el poder y sus prebendas. Al fin y al cabo esas son las taras de la democracia, donde no siempre gana el mejor, sino el que nos empaqueta bonito el producto, el que engaña, el que finge ser, el que tiene más recursos, el más vivaracho. Por todo eso a dejar el letargo ecuatorianos todos, hombres y mujeres a retomar conciencia política con responsabilidad, porque de eso depende el futuro del país.

sábado, 18 de marzo de 2017

El fin de la privacidad

Oficialmente la privacidad ha muerto. El 8 de marzo, fecha en que se celebra el “Día Internacional de la Mujer”, paradójica e insólitamente se viralizó en las redes sociales, un video etiquetado con el nombre de “Lady Tantra”, donde se pone a la luz pública el desenlace de un caso de infidelidad, en el que el marido sorprende a su mujer a la salida de un motel. Más allá de que esto puso al descubierto el machismo galopante en la sociedad ecuatoriana, pone en evidencia el mal uso de las redes sociales, como un espacio para el linchamiento público, apelado al morbo, y más que todo marca el fin de la privacidad en estos tiempos de conectividad instantánea. Cualquier secuencia de la vida pública o privada, puede ser sencillamente grabada con un celular “inteligente”, incluso por un infante y subida al internet, donde estará allá en la “nube”, a disposición de todo el mundo.

Pero más allá de esta exposición, lo preocupante es que todo lo que hacemos en la red a nivel global, está siendo observado y registrado como mercancía de las más grandes corporaciones; nuestras fotos, los estados que publicamos, nuestras búsquedas, deseos, estados anímicos, cuentas, contraseñas, amigos, ubicaciones y un largo etcétera están siendo anotados; casi no hay manera para retractarse con un borra y va de nuevo. Pero las cosas no se quedan ahí, últimamente filtraciones de Wikileaks, revelan la facilidad que tendría la Central de Inteligencia de los EE.UU. (CIA), para acceder a nuestros teléfonos y poder espiarnos, e incluso podrían casi literalmente entrar en nuestras casas y escuchar nuestras conversaciones a través de ciertos televisores o computadoras conectados a la red digital más grande que se ha creado hasta el momento. Si estos y otros dispositivos son susceptibles al hackeo, se cree que cualquiera con obscuras intenciones podría hacerlo, como las unidades de espionaje que tienen nuestros países. Sin un aislamiento total, nuestra privacidad prácticamente ha muerto.

viernes, 10 de marzo de 2017

Y la historia sigue…

La vida política del Ecuador fue convulsionada desde el inicio mismo de la República, en 1830. Con recordar que ya vamos por la Constitución número veinte, para darnos cuenta de nuestra agitada historia como país; llena de revoluciones, conflictos internos, “cuartelazos”, pugna de poderes, derrocamientos, gobiernos interinos, caudillismos, asambleas constituyentes, etc. En la misión de construir un país institucionalmente maduro y progresista, se evidencia el fracaso de nuestros políticos a lo largo de nuestra historia. A estas alturas los ecuatorianos todos, hombres y mujeres, todavía no han sido capaces de consensuar, sobre la hoja de ruta que debe seguir el Ecuador con seguridad y determinación. Después de la “larga noche neoliberal”, hemos sido testigos de la conflictiva “década ganada” de los llamados socialistas de este siglo. Con todos estos vaivenes políticos, la historia de nuestro país sigue su curso.

Ahora frente a las falencias de la actual Constitución del 2008, reformada a espaldas del pueblo y al capricho del gobernante, que evidencia un hiper-presidencialismo galopante; nuevamente se plantea la necesidad de reformular nuestra Carta Magna. Parece que el destino de nuestro país, en ese sentido, es un cuento de nunca acabar. Es necesario si se da el caso, la participación de todos los sectores de la población ecuatoriana, en la elaboración de la misma; para que el documento a ser refrendado, sea de alguna manera consensuado por amplios sectores, y que no solo representen el interés o la visión de un solo grupo. Solamente así lograremos forjar un documento legal base, duradero.

Claro está, existe la posibilidad de que el proyecto político de Alianza País se renueve, con una eventual victoria de Lenín Moreno en la segunda vuelta electoral. En ese caso también es sensato hacer un exhorto, a pesar de la improbabilidad, a que en los mejores términos se corrija la Constitución vigente, en pro de una institucionalidad democrática duradera, que garantice las libertades, el progresismo y fomente la cohesión social.

viernes, 3 de marzo de 2017

Buscando nuevas luces

No hace falta tener la visión, ni la inteligencia de un genio, para darse cuenta de que la humanidad no ha conseguido a estas alturas, madurar su conciencia como un ser racional; hasta ahora, a sus mismos ojos, el único en el universo conocido. A pesar de los grandes descubrimientos en el área de las ciencias y de la técnica, y del dominio que ostenta poseer sobre ciertas fuerzas de la naturaleza, y a pesar de las grandes riquezas acumuladas, el humano no ha podido establecer un esquema de justicia social aceptable a nivel global.

El sistema económico mundial en estos últimos siglos, baila satisfecho al son del capitalismo, un capitalismo inhumano que denigra a los pueblos del mundo, un capitalismo que ha prostituido el bien supremo de hombre-mujer, la libertad. Bajo este contexto y en medio de la sensibilidad social de grupos intelectuales y de trabajadores, surgió más que todo en la segunda mitad del siglo pasado, como una alternativa al modelo capitalista, la fe y la esperanza en el marxismo y el socialismo, que se plasmaron como un ejemplo para los pueblos del mundo, desde la Revolución Rusa, la revolución del Mao en China y la misma Revolución Cubana. Pero con los años fuimos testigos del derrumbe de la URSS y somos testigos de la “pragmática” transformación del Imperio Chino, por hoy, baluarte del más voraz capitalismo de estado. Del proceso cubano, ni qué hablar. Con el experimento del llamado Socialismo del Siglo XXI, parece que el modelo socialista-marxista autoritario, quedaría discontinuado a estas alturas en la cadena de producción intelectual, tendiente a proponer un modelo de estado; por una sencilla razón: este modelo simplemente no funciona. Como alguien diría: “el remedio resultó peor que la enfermedad”.

La ambición humana tiene que ser domesticada y por ende el capitalismo reinante debe ser abolido a escala global, como una macro-estructura. La transición hacia un nuevo orden mundial más justo, seguramente será costosa y dolorosa, pero necesaria. Es momento desde los más fervientes corazones, desde las mentes más sensatas, desde la política, desde los países del norte y del sur, empezar a remover los cimientos de la injusticia social a escala mundial, centrándose en la búsqueda de nuevas luces.