viernes, 25 de diciembre de 2015

Patito

Su cuerpecito luce delgado, es pequeño por niño y por falta de una adecuada alimentación, su tez trigueña no impide notar las quemaduras en sus pronunciadas mejillas, su pelo despeinado y sucio se ajetrea al capricho del viento helado propio de la serranía andina, impidiéndole jugar tranquilamente con unas cosillas que se ha encontrado en el lugar. Su nombre es Matías, pero sus amigos y vecinos le dicen Patito, quizá por su peculiar forma de caminar; tiene apenas cinco añitos y vive en la comunidad más alejada de la ciudad de Otavalo. Los padres de Patito, a más de él, tienen otros cuatro hijos, entre niños y niñas, el más grande quizá tenga unos catorce, ellos son muy humildes, no les ha ido bien en la vida, el papá es jornalero y lo que gana apenas le alcanza a no perecer de hambre; la madre cuida de la casa y a su familia, está enferma, pero no sabe exactamente lo que tiene, se nota en su mirada que ha perdido las esperanzas.

Patito recuerda lo que es para él la Navidad, una época donde se puede encontrar dulces y galletas; le brillan sus ojitos cuando alguien le habla de ello, seguramente el recuerdo del sabor a dulce en su lengua, esté muy impregnado en su memoria, como también la visita de un grupo de extraños que llegaron el año pasado a su comunidad, pero nada más; no sabe de aquel niño que nació hace más de dos milenios en un país lejano y desconocido. Patito seguro estará ansioso que aquella visita de extraños se repita también este año, pero nunca se sabe. No podría imaginarme cuanta felicidad sentiría, si alguien le llevase un juguete grande, brilloso y con ruedas, que alguna vez él miró en algún lado. En ciudades grandes es impresionante cómo se festeja la Natividad; donde la bebida, comida y regalos, vienen en cantidades extraordinarias. Si no sabemos compartir lo mucho o lo poco que tenemos, no deberíamos celebrar la navidad.

viernes, 18 de diciembre de 2015

Tascando uñas

Aunque las autoridades del gobierno minimizan la crisis económica que se comienza a sentir en el país, es evidente que aunque nos quieran pintar color de rosa, la situación es realmente difícil. No sabemos a exactitud, si las salvaguardias y otro tipo de impuestos que se van creando últimamente, lograrán el efecto deseado por las autoridades económicas, que es la de redimir un poco la crisis, escrita con mayúsculas, que se avecina. Al norte del país, en especial en las provincias de Carchi e Imbabura, la situación se torna más compleja, por la proximidad de la frontera colombiana. La población de esta región y de otras regiones más alejadas, se ha volcado a las ciudades fronterizas de Colombia como Ipiales y Pasto, donde en una de ellas por la avalancha de vehículos ecuatorianos, incluso han tenido que replicar el pico y placa de la ciudad de Quito. El movimiento económico en Ipiales en este año, donde los precios son hasta el 50% más bajos que en Ecuador, va a ser sumamente inusual y alto. Para ellos esta Navidad, realmente será una muy felicísima Navidad; mientras muchos, acá al otro lado de la frontera, tendremos una oscura y triste celebración.

Ecuador no ha tomado seriamente el asunto de la dependencia petrolera, ni de potenciar su aparato productivo, ni de dinamizar su comercio internacional como nuestros países vecinos, y por hoy vemos cuáles son las consecuencias. Ahora se nota que la rimbombante proclama del cambio de matriz productiva, se recoge tímida en un oscuro rincón, donde se guarda la mala propaganda y los diferentes experimentos jurídicos que no funcionaron; porque fue solamente eso: un despliegue publicitario iluso. Vale repetir para que se nos quede en la cabeza: en tiempo de bonanza económica, solo nos dedicamos a gastar y gastar, como diría el dicho popular, “nos la hemos comido toda”, y ahora nerviositos, nos tascamos las uñas, a ver qué otro milagro podemos hacer.

jueves, 10 de diciembre de 2015

La apurada refundación de Quito

El panorama es complejo, los quiteños o los quitus todavía no se habían habituado completamente a los incas, pues estos últimos ni siquiera habían completado un siglo de haber llegado a tierras norteñas, en calidad de conquistadores, y seguramente seguían un tanto mal vistos por los nativos. Además el enorme aparato administrativo centralizado del Tahuantinsuyo, había quedado tremendamente fracturado y descabezado a la llegada de los conquistadores españoles, y esto explica como un puñado de hombres lograron refundar la villa de San Francisco de Quito en 1534. El 15 de agosto Diego de Almagro había fundado en Riobamba lo que se llamó Santiago de Quito, para demostrar que era él, la autoridad española con esa potestad; el 28 de agosto fundó San Francisco de Quito, pero lo hizo a distancia, sin haber llegado Quito; según consta en acta, la villa de San Francisco debía establecerse en el sitio que los indios llamaban Quito, por lo que Almagro encargó a su compañero de armas, Sebastián de Benalcázar hacer efectiva esta disposición, al pie del cerro Pichincha.

Benalcázar tardó cerca de tres meses en llegar a Quito, según historiadores, la demora se debió a varias razones, principalmente la conocida y feroz resistencia indígena liderada por Rumiñahui, quien quemó la ciudad y escondió sus tesoros, dejando a Benalcázar solo cenizas. El 6 de diciembre junto a 300 hombres, Benalcázar fundó definitivamente la villa de San Francisco de Quito; después se registraron 205 colonos españoles, para dar inicio con sus trazados y repartición de solares, lo que sería la ciudad española de Quito. De esta forma sobre la sangre y el desastre de nuestros antepasados, quedaría sellado el simbólico inicio de cinco siglos de opresión sobre las culturas locales. Eso es lo que se festeja cada 6 de diciembre.

jueves, 3 de diciembre de 2015

Maniobra política

Lejos de la potestad de los asambleístas y la funcionalidad de las reformas constitucionales, las llamadas enmiendas constitucionales que fueron empujadas como dé lugar por el oficialismo hacia su aprobación, marcaría el inicio de un doloroso proceso social y político, hacia una enésima constituyente ya anunciada por algunos sectores intelectuales en el Ecuador. Sin poder avizorar cuáles son las ocultas intenciones de Alianza País, pero con la claridad de que todo esto fue un tremendo desatino político del presidente Correa, debemos tener en cuenta y sin olvidarnos que toda esta maniobra política atropelló muchas cosas en su camino, el más importante, nuestro derecho a pronunciarnos por nuestro destino en las urnas, en una consulta popular.

La lógica oficialista se sintetiza en: “nosotros somos los representantes del pueblo y decidimos por él”. En parte tienen razón, son nuestros o vuestros representantes, pero no tienen un poder omnipotente de decisión, así de claro; ellas y ellos no puede venir a decidir por ejemplo, por la disolución de nuestra República, o la anexión a otra, o la instauración de una dictadura tecnocrática, peor a sabiendas del desacuerdo general; eso es una actitud oportunista y antidemocrática que en algún momento les cobrará tremenda factura. El divorcio ideológico entre los que gobiernan y gobernados es total, los primeros se alejaron de la vocación democrática de nuestro pueblo.

En toda esta maraña de sucesos políticos, económicos y sociales, es claro que existe un gran perdedor, que obviamente es Ecuador, nuestro país. Lamentablemente, el conflicto político se acentuará con más fuerza; revertir las reformas, como también revisar nuevamente nuestra Constitución de “trescientos años”, que ávidos de cambio apresuradamente aprobamos, nos costará mucho.