viernes, 20 de junio de 2014

Solsticio y celebración

Mañana 21 de junio, con el solsticio de verano, comienza oficialmente la celebración más importante de los pueblos andinos, el Inti Raymi, conocida en el norte ecuatoriano como la fiesta del sol, sanjuanes o San Pedro. Pero primero repasemos qué es un solsticio; es el momento en que el sol toma una posición más cercana al hemisferio norte de nuestro planeta, debido a la inclinación del eje de la Tierra. En esta fecha el sol, al momento de salir toma su posición más cercana al norte para regresar nuevamente con dirección sur, pero esto es sólo una ilusión, pues en realidad el sol no se mueve, sino nuestro planeta alrededor del astro rey.

Nuestros antepasados al igual que otros pueblos del mundo, tenían un conocimiento astronómico muy exacto, que marcaba un calendario más perfecto que el calendario occidental gregoriano. La vida,  la agricultura, la religiosidad y las festividades gravitaban alrededor de este conocimiento. Por hoy esta festividad sobrevive con distintos matices, dada la influencia del cristianismo y el avance de la globalización que de alguna forma va mermando en su real dimensión, el significado de esta mística celebración.


En Imbabura y las regiones cercanas, se ofrece por hoy, una amplia y variada programación con motivo del Inti Raymi; esta fiesta se amplió de las comunidades rurales para tomarse las ciudades, como Ibarra, Atuntaqui, Otavalo, Cayambe, Tulcán, entre otras; y con los kichwas otavalos, países y ciudades aún más lejanos. Congratula también saber, el interés y el apoyo de las autoridades provinciales, cantonales, centros educativos; que cada vez se integran con más compromiso. El Inti Raymi representa ese legado cultural que tenemos todos los ecuatorianos y por lo tanto debería ser considerada fiesta nacional y gozar el estatus de feriado; es contradictorio que por hoy nuestros niños y jóvenes tengan que desprenderse de esta fiesta, para asumir clases y exámenes en los centros educativos. 

domingo, 15 de junio de 2014

Neptuno y Machángara

La conquista española significó para los pueblos originarios de América, muerte, destrucción y la aniquilación cultural. La religiosidad nativa fue remplazada a sangre y fuego, por el credo católico. Las wakas –sitios sagrados- más significativas de esos pueblos subyugados, fueron tomados a cruz y espada, para ser transformados  en santuarios de extraños seres blancos, que aparecieron de un momento a otro, como dueños y divinidades de la nueva religiosidad, a la que los estudiosos sociales le llamaron sincretismo religioso; una especie de mezcla religiosa que reconfiguró un catolicismo diferente a la practicada en Europa. 

Así se explica la cantidad de vírgenes -imágenes de la virgen María- que aparecieron en la América pos colombina; como por ejemplo la virgen del Quinche, la virgen del Cisne, la Churona, la virgen de Las Lajas, la virgen de Guadalupe, entre tantas otras. Imágenes que cuentan un aparecimiento mítico y misterioso, por lo general en sitios que antiguamente eran una waka. Cuando estas imágenes anualmente, convocan a miles y miles de feligreses “católicos”, lo que en realidad sucede es una expresión clara y auténtica de la religiosidad propia de los pueblos autóctonos que creen en las divinidades de la naturaleza, de la pachamama, de la paridad y la complementariedad.

En Otavalo, dentro de la urbe, pasó desapercibido, olvidado y encadenado, uno de los sitios de ritualidad más importantes de la zona, como es el socavón del Machángara, donde también existe una imagen de la virgen María. Antropólogos y expertos en el tema, podrían disertar horas y horas, sobre el simbolismo y la importancia que tiene este sitio, en la espiritualidad y el culto astronómico. Paradójicamente junto a este sitio sagrado, descuidado; se encuentran las piscinas del Neptuno -un nombre extraño-, en la que el municipio invirtió mucho dinero en restaurarla. Ante el olvido y hundimiento del Machángara, restauraron a Neptuno –el dios romano del agua-. Estas son las incongruencias culturales, que destapa la coronilla de nuestras autoridades.

Una sola raza

Categóricamente solo existe una sola raza. ¿Entonces cabe hablar de racismo como un fenómeno social?, sí y no, sería la respuesta. No, porque el término racismo tiene su origen en la palabra raza y en la falsa creencia de que la humanidad se divide en razas. Hoy se sabe que solo existe una sola raza, la raza humana; entonces por ese lado el “racismo” es un término que está de sobra en el diccionario social. Por otro lado este término se ha afianzado tanto en el diccionario popular, para denotar sentimientos etnocéntricos de un grupo humano, en menosprecio de otros que fisiológica y culturalmente son diferentes.

Los países de la región andina albergan en su seno una población que se identifica claramente como mestiza, y esa es la identidad que incluso a regañadientes se ha aceptado en  forma general, como parte sustancial de la “cultura nacional”. En países como Perú, Bolivia y Ecuador, podemos afirmar sin temor alguno, que son latitudes, donde la población mayoritaria es indígena, aunque los mismos se aferren a esconderlo; para corroborar esta situación, basta un pequeño estudio de características fisonómicas y culturales de sus habitantes.

¿Entonces porqué ese afán de querer ser, lo que no son? La respuesta se esconde en el doloroso proceso de la conquista y el colonialismo europeo, que sufrió nuestra América nativa, hace varias centurias; donde el hombre blanco europeo a expensas de cierto desarrollo tecnológico, se erigió vencedor como el amo y señor del mundo, para esclavizar, explotar y dominar. El racismo se convirtió en doctrina y se impregnó en lo más profundo del ser, el ideal del hombre inteligente y triunfador era blanco. Todos querían ser blancos. 

Curioso y despreciable aún más, que en países como el nuestro, los mismos que, hace tres o cuatro generaciones eran “naturales” identificados, hoy quieran pasarse de mestizos o blancos y te descalifiquen con actitudes racistas. El racismo o etnicismo, una tragedia humana tan presente en “civilizaciones de  primera línea”, como Italia y Estados Unidos; qué pena.


domingo, 1 de junio de 2014

Mi abuelo


Mi abuelo paterno Miguel, de estatura mediana y piel más blanca que cobriza, era una especie de alquimista andino. En su casa de tapial y teja, en el sector Chimbaloma de la comunidad de Agato, se dedicaba a un sinfín de actividades, como; tejeduría, agricultura, trueque, comercio, escultura, espiritualidad, también curaba lesiones, torceduras y un sinfín de cosas. Además de inventor, tenía una serie de artefactos extraños entre ellas, piedras brillantes que según él, eran con las que jugaron la “chunkana” los “montes”, entre ellos el tayta Imbabura. Conocía fábulas e historias inimaginables, que nos recreaba junto a la “tullpa”, mientras mi abuela Josefina, hervía la sopa de coles con papas para la cena. Cuando habré tenido unos ocho años, del tronco de un árbol, sacó un vistoso caballito de madera, en que los chicos nos entreteníamos las tardes.

Como buen sabedor de la espiritualidad, tenía en su casa un cráneo, no uno cualquiera, sino de un pariente mismo, fallecido hace mucho. Aseguraba que su espíritu estaba presente y que se manifestaba de distintas formas, algunas veces en los sueños y otras en directo, al lanzar piedrecitas, silbar o hasta hablar en ciertas ocasiones. El motivo principal para que este resto sagrado esté en la casa, era la de cuidar el domicilio ante los ladrones, que eran tan “célebres” como los de ahora. Recuerdo como si fuese ayer, aquella apacible vida campestre, cuando ni siquiera la electricidad había llegado a nuestras casas, en medio de maizales de tallos enormes por doquier, que nos daba la impresión de estar en la “sacha”, la selva de los “yungas”.

Tristemente Miguel enviudó joven, después de hacer su vida sólo por un tiempo, se mudó a vivir con nosotros. Ya cerca de su ocaso, se convenció de que había tenido una revelación, estaba completamente convencido, que bajo su casa –que estaba sobre una tola- existía un tesoro ancestral muy valioso; no éramos quién para contradecir sus conocimientos y sabiduría. Por un tiempo se dedicó completamente a la labor de excavar, ante la extrañeza de sus hijos y nietos. Al no haber acumulado riqueza alguna, la idea de él era, dejarnos algún legado material.