jueves, 30 de abril de 2015

Conciencia tranquila

Una vez más, ciertos extremistas incrustados en la dirigencia indígena, que no responden necesariamente al sentimiento generalizado de sus “bases”, han pecado de injustos al condenar a la Coordinadora Nacional del Movimiento Pachakutik (PK), Fannny Campos; que incluso la han amenazado con aplicar la justicia indígena en su contra. El motivo, haber consensuado una reunión, para impulsar conjuntamente con Compromiso Ecuador, Sociedad Patriótica y Ecuador Libre, una consulta popular que bloquee la reelección indefinida. Entiendo que no es un “acuerdo de gobierno” o una alianza política electoralista, para que este tema se haya satanizado de esta forma; más bien sería una estrategia inteligente, para unificar a sectores opositores al gobierno y posibilitar una consulta popular sobre este y otros temas, que el gobierno quiere aprobar llanamente mediante “enmiendas constitucionales”.

Haciendo un apartado y si revisamos la historia, podríamos remitirnos a cualquiera de las revoluciones, como la cubana o la nicaragüense, en la que amplios sectores de la política nacional, de todos los colores, se reagruparon para dar frente a sus dictadores y los resultados son conocidos por todos. Recordemos como en la Segunda Guerra Mundial, dos potencias antagónicas como la antigua URSS y los Estados Unidos, lucharon como aliados para vencer al fascismo alemán. Los grupos divergentes siempre estarán presentes en un país, más aún dentro del quehacer político; lo más sensato es poder interactuar en medio de ellos, lograr acuerdos dentro del marco democrático.

Conozco a doña Fanny Campos desde mi juventud, una mujer luchadora ligada desde hace décadas a las organizaciones indígenas, la primera mujer que se hizo cargo del Movimiento Pachakutik, en momentos políticos difíciles para la organización. Los resultados de su gestión están a la vista de todos: Pachakutik se ha fortalecido nuevamente según los resultados de las últimas elecciones. Cuando uno actúa de buena fe, la conciencia se regocijará en la tranquilidad.

viernes, 24 de abril de 2015

El joven Atahualpa

Antes de su muerte, acaecido en el año de 1493, un año después del arribo de Cristóbal Colón a tierras americanas, el Inca Túpac Yupanqui, máximo precursor de la expansión del imperio del Tahuantinsuyo, ya había enviado a sus tropas a las regiones que actualmente corresponden a Ecuador y Chile. A su muerte se produjo una pugna encarnizada de la parentela del fallecido, dentro de los cuales estaban sus sesenta hijos, según el historiador  Sarmiento de Gamboa, para ocupar el puesto del nuevo emperador, que finalmente lo ocupó  Huayna Cápac. El nuevo Inca después de mandar a matar a sus hermanos para evitar futuros problemas y afianzarse en el poder, hacia aproximadamente en 1520, emprendió una marcha desde la capital del Imperio, a lo que es ahora Ecuador, a la cabeza de un nutrido ejército con las intenciones de expandir más su potencia hacia el norte.

En realidad el nuevo Inca, Huayna Cápac, había nacido en Tomebamba, la actual ciudad de Cuenca, durante las incursiones militares de su padre Túpac Inca, en las tierras del norte, por lo que seguramente tendría un apego muy especial por esta región. En esta marcha llevó consigo a uno de sus hijos llamado Atahualpa, quien en ese entonces era apenas un adolescente. Ya en Tomebamba el Inca mandó a construir un fastuoso palacio imperial y se quedó en ella, mientras Atahualpa y sus generales se dedicaban a sojuzgar algunas provincias más. La resistencia de los pueblos del norte era inusual en comparación a otros pueblos de aquel entonces, incluso lograron herir al mismo hijo del Inca, pues estos pueblos no pertenecían al sistema de la cultura andina de la época, tampoco tenía interés de sumarse a ella, en esa enorme maquinaria centralista estatal llamada Tahuantinsuyo.

Este fragmento de la historia andina pre colonial, se fundamenta en tratados más serios, contemporáneos y científicos de nuestra historia. Es de notar que el mito de Atahualpa como padre de nuestra “nacionalidad ecuatoriana” y otros mitos históricos, empiezan a desmoronarse. La historia como un campo de la ciencia, es vasto; es difícil poner un punto concluyente. 

viernes, 17 de abril de 2015

Retroceso

Recuerdo que como buenos creyentes en las divinidades femeninas, cuando era pequeño, en varias ocasiones mis abuelos me llevaron de romería, hacia el Santuario de la Virgen de Las Lajas en Nariño Colombia. Al regreso por la ciudad de Ipiales, pese a la limitada economía, ellos compraban cualquier que otra cosita, entre pequeños artefactos de recuerdo, dulces o café colombiano. Al regreso ya en tierras ecuatorianas, tengo bien grabado desde esa época, recuerdos temidos y poco agradables del “control aduanero” de ese entonces, en especial en el sector de Yahuarcocha. Tipos gordos y uniformados, entre hombres y mujeres, que al grito de “aquí no pasa ni una sola aguja”, empezaban a rebuscar hasta el último rincón de nuestros equipajes, “confiscando” en medio de las lágrimas de los peregrinos, todo producto colombiano.

Con esa experiencia, cuando crecía y escuchaba los discursos políticos de integración andina, siempre soñé con la abolición de las aduanas terrestres y por qué no, de la eliminación de las fronteras entre nuestros países hermanos. Promesas e intenciones de integración, supongo desde la muerte del Libertador Simón Bolívar, esto es desde hace casi dos siglos, han salido a “millares surgir”; pero la incapacidad y el egoísmo de nuestros países con sus líderes, pudo más y ahora seguimos en lo mismo.
Por hoy con la vigencia de las “benditas” salvaguardias –por no decir lo contrario- hemos vuelto a revivir aquel recuerdo temido de hace muchos años: la vigencia del control aduanero en las carreteras. En cuestiones de integración, tengo la seguridad de que hemos retrocedido irremediablemente, de nada sirvió el auge de los gobiernos “progresistas de izquierda” en Latinoamérica. Las intenciones de construir esa patria grande con la que soñaba Simón Bolívar, hoy yace en letra muerta, en archivos polvorientos, en reuniones fugaces, en edificios solitarios.

miércoles, 8 de abril de 2015

¿Dónde está el gas?

Primero, quisiera dejar en claro que estoy totalmente de acuerdo, con el cambio de la matriz energética que impulsa el gobierno ecuatoriano; esto de dejar el gas por las cocinas de inducción. Pero esto de obligar o hacer despechar a la gente con el “jueguito” de, adivina adivina ¿dónde está el gas?, me parece insensato y cruel. Deambular por la ciudad cargado el pesado fierro viejo, -así lo llamo a la bombona de gas- puede parecer una vía crucis; o si por suerte encuentras al camión repartidor, hacer una larga fila y cruzar los dedos para que no se agote el producto, antes del turno, simplemente no es justo. Para el buen entendedor esto de hacer “cola” o filas interminables para todo, es señal de que las cosas no andan tan bien en un país.

Por todo esto, ¡por favor! se ruega a las autoridades del gobierno, que permitan, sea con subsidio o sin subsidio, la normal y fluida comercialización del gas licuado de petróleo, en el territorio ecuatoriano y punto. Además de una manera responsable el Gobierno Nacional, debería focalizar o reconsiderar seriamente el subsidio a los combustibles, principalmente el de gas de uso doméstico. Recordemos que en Ecuador prácticamente se regala el gas, el precio oficial de un dólar sesenta centavos por cilindro, creo que apenas estaría cubriendo costos mínimos de comercialización y transportación. Cabe señalar que en épocas de escasez, el precio varía hasta los cinco dólares, según dónde se compre.

El cambio de la matriz energética es inevitable, no es solo un asunto doméstico nuestro, es una necesidad mundial, pero hay que entender que es un asunto a largo plazo, en tal virtud la transformación deberá ser gradual, con incentivos hacia la población. Mientras tanto el uso del gas deberá seguir para los que prefieren, sin sustos o prohibiciones. Curiosamente el gas de uso doméstico, se ha convertido en un tema tabú para los gobernantes de turno, desde la época del presidente Bucaram, y parece que ahora, igual podría afectar la credibilidad del gobierno.  

domingo, 5 de abril de 2015

En la ruta

Esta vez, como buenos motociclistas, decidimos aventurarnos hacia el centro de nuestro hermoso país. Llenamos nuestras alforjas con lo básico para “sobrevivir” tres días fuera de casa, y procedimos a montar nuestras “bestias” de acero, para devorar más de 700 kilómetros de asfalto. Nuestro primer destino fue marcado en la provincia de Bolívar, su capital Guaranda, conocida también como la ciudad de las 7 colinas. Algunas horas de viaje con el clima en sus diferentes manifestaciones, disfrutamos igual de la inigualable sensación de libertad y regocijo, que puede brindar el manejar un aparato de estos. Pasamos Ambato en la tarde, eso sí, alborozando de la excelencia de las carreteras ecuatorianas; en este punto no hay duda, el gobierno sí atino en su cometido.

Tal como temíamos, de Ambato al coger la excelente vía que conduce a Guaranda, tuvimos que ascender a las faldas del majestuoso Chimborazo ya casi entrada la noche; ya en el páramo se divisó imponente y misterioso el nevado taita Chimborazo, no importaba la ausencia del taita Inti para realizar algunas tomas fotográficas; después un tremendo frío que a la velocidad de la moto se multiplica sin importar el tipo de traje que se utiliza en estos casos. Ante la dificultad de bajas temperaturas y una espesa neblina en la oscuridad de páramo, nos apresuramos en abandonar las alturas, para luego descender a esta ciudad andina por una vía perfectamente señalizada.

Después de nuestra estancia en Guaranda y haber degustado su gastronomía, al día siguiente fijamos nuestro segundo destino: Baños, en la provincia de Tungurahua. En lo personal regreso a este pintoresco lugar, casi después de una década; y qué sorpresa encontrar una ciudad hermosa, limpia y organizada. De tanta afluencia de turistas, casi todos los hoteles estaban llenos. Baños le da “palo”, como se dice popularmente, en términos turísticos a la ciudad de Otavalo, por ejemplo. Recordaba que hace años Otavalo era un destino turístico de respeto, más que Baños; hoy creo que ni aparecemos ni en los últimos lugares. ¡Qué pena! En fin, disfrutamos a lo que se pueda en aquel rinconcito paradisíaco, para luego regresar a la realidad de nuestra rutina.