viernes, 26 de octubre de 2012

El artículo 20

“Los pueblos indígenas tienen derecho a mantener y desarrollar sus sistemas e instituciones políticas, económicas y sociales, a que se les asegure el disfrute de sus propios medios de subsistencia y desarrollo, y a dedicarse libremente a todas sus actividades económicas tradicionales y de otro tipo”, reza el artículo 20 de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, de la cual Ecuador es suscriptor.

Bajo esta normativa internacional, las leyes nacionales dictadas en forma general e inconsulta, sin tomar en cuenta a los pueblos indígenas, quedarían sin piso. En el caso particular de los otavalos, el sistema del “mindalaje” que es una tradición milenaria en la que muchos viajeros, pequeños comerciantes, recogen la producción artesanal de sus comunidades, para comercializarlos fuera del país, y a su vez la traída de cosas del extranjero; es un sistema económico propio que ha posibilitado la supervivencia misma de los otavalos como pueblo. Al pie del artículo 20 de la declaración de la ONU, tenemos derecho a dedicarnos libremente a todas nuestras actividades económicas, sin perjuicio al resto de derechos consagrados en la Constitución Política de nuestro país.

Hay que repetirlo varias veces, los kichwas otavalos no son grandes capitalistas exportadores, ni importadores, por lo que mal haría una normativa tributaria pensada en ese sentido. Concordamos totalmente que las leyes hay que cumplirlas, pero en este caso vale una legislación especial pensada en las poblaciones indígenas, que por su característica de vulnerabilidad, han sido cobijadas bajo el amparo del Derecho Internacional. Los estados nacionales y el mundo entero tienen una deuda gigantesca con los pueblos indígenas de América, por lo que instancias internacionales como la ONU o la OIT, consecuentes con la lucha reivindicatoria de los pueblos autóctonos y conscientes de esta realidad histórica, han retribuido mediante disposiciones de carácter global, ante lo cual países como el Ecuador, están llamados a cumplirlas a cabalidad.

viernes, 19 de octubre de 2012

Cambios en la economía

Es fácil repartir los petrodólares a diestra y siniestra, pero es difícil construir una economía sostenible. En este andarivel de reflexiones económicas, me encontré con un hermano kichwa, pequeño comerciante, quien sabiamente me increpó: “No podemos vender, ni podemos comprar”, refiriéndose a la desnaturalización de las importaciones y exportaciones.

Reconocemos la buena labor del Gobierno Nacional y su idea de desarrollo centrada en la asistencia social y el mejoramiento de la infraestructura. Pero pensamos también que se ha descuidado en el impulso al aparato productivo del país, el impulso sin vacilaciones al sector emprendedor de la nación. Existe la sensación, no sé si equivocada, de que el gobierno navega contracorriente a las fuerzas económicas, llamadas a dinamizar la producción nacional.

Deberíamos rescatar algo de las recientes expresiones del expresidente peruano Alan García, quien dijo: “Claro que fui populista. También fui estatista. Pero hoy no puedo seguirlo siendo, cuando las fuerzas económicas van por otros lados. El mundo cambia y los seres inteligentes deben cambiar con el mundo”. García, a pesar de los pronósticos catastróficos de la oposición, redujo los aranceles de 13 al 3%; en solo un año, la industria peruana creció más que nunca, a tasas de más del 8%. Si bien la situación de los países vecinos no ha cambiado drásticamente, sus indicadores económicos parece que van por buen camino, mejor que los nuestros.

Evidentemente que necesitamos un crecimiento económico planificado y sostenible, si queremos alcanzar el buen vivir; a menos que queramos centrar el concepto del “Sumak Kawsay” como una convivencia primitiva al puro estilo de nuestros hermanos los taromenanes, quienes felices deambulan desnudos por la selva. Sin intentar ser un gurú de la economía, es momento de que el Presidente Correa, deje los fundamentalismos ideológicos y realice una reingeniería pragmática de la política económica nacional.

viernes, 12 de octubre de 2012

12 de octubre

Hace unos días tuve un grato encuentro con un cineasta español que recorría tierras ecuatorianas realizando un documental sobre pueblos autóctonos o algo así; después de la entrevista, en una amena conversación le insinué sobre la conmemoración del 12 de octubre. El español fue categórico y claro: “A esos tipos no los conocí, nada que ver con ellos, ni siquiera fueron mis antepasados”. Estaba claro que ahora, hasta los propios españoles están  conscientes de la atrocidad que representó la conquista y saqueo a los pueblos originarios de este continente, al que posteriormente lo bautizarían como América, en homenaje a Américo Vespucio, navegante florentino que se había dado cuenta, que Colón no había llegado a la India, sino a tierras desconocidas para ellos.

El 12 de octubre de cada año recordamos el primer desembarco español en tierras americanas. Son exactamente 520 años de aquel fatídico día para los pueblos del Abya Yala, punto de flexión para la historia de la humanidad. “12 de octubre nada que celebrar”, es la consigna que con razón, recorre las redes sociales. Ni la propia “madre patria” podría celebrar su “encuentro de dos mundos”. Quienes talvez  podrían llenarse de jolgorio serían algunos países europeos  como la misma Alemania o Inglaterra, estados en los cuales sus incipientes banqueros captaron la riqueza de nuestro continente, para potenciar su naciente capitalismo.

¿Descubrimiento de América? Claro que no, los pueblos y el continente prehispánico ya estaba descubiertos por nuestros propios antepasados. ¿Día de la raza? Peor, según entiendo el término raza, dicho por modernos antropólogos y estudiosos, se reserva a los animales. ¿Encuentro de dos mundos? Tampoco, porque un encuentro es un suceso amistoso. No vacilemos, llamemos a este suceso de la historia como tal: Invasión, conquista, saqueo, exterminio, genocidio. ¡Ojo! Y mucho cuidado con aquellos maestros que todavía no se actualizan y siguen hablando a sus estudiantes, de descubrimiento.

viernes, 5 de octubre de 2012

El SRI y los ladrones

Martes de un mes y año cualquiera; hora, cuatro de la madrugada; ubicación, calles Sucre y Colón de la ciudad de Otavalo: Un almacén de ropa es vaciada totalmente por varios sujetos, que lo embarcan en un vehículo y bajo la complicidad de la noche se alejan rápidamente del lugar. Martes 2 de octubre de 2012; hora, 3 de la tarde; ubicación, la misma dirección, calles Sucre y Colón de Otavalo: Un almacén de ropa es vaciada totalmente por varios sujetos que lo embarcan en un vehículo y bajo la complicidad de tres policías se aleja rápidamente del lugar.

En el primer caso, delincuentes avezados, de esos que han proliferado últimamente, han cometido un robo descarado a un insipiente y pequeño comerciante kichwa. En el segundo caso, son funcionarios del Servicio de Rentas Internas SRI y la fuerza pública, que han decomisado mercadería “injustificada”, a un pequeño almacén de ropa que ha instalado una familia kichwa, después de haber permanecido muchos años en España. En ambos casos, llanto, impotencia, decepción, pérdida del capital invertido. En el segundo caso, niños maltratados que entre lágrimas pedían a sus padres regresar a España. ¿Regresar a España? ¿Para qué? Si el país ibérico está hecho pedazos, quizás peor que el Ecuador.

Se oyen voces sabias: “Todos debemos pagar nuestros impuestos”. Concuerdo con esta sentencia, aunque reconozco que podríamos discutirlo a fondo. Los fedatarios del SRI, pedían documentos, pedían extraños códigos de importador. ¿Importador nosotros? Somos mindalaes desde tiempos inmemoriales, viajamos, intercambiamos nuestros productos en recónditos lugares del mundo, esa es nuestra forma de vida y supervivencia. La homogeneización como visión estatal es lo erróneo. Imagínense pequeños artesanos y megaindustrias metidos en el mismo saco.