sábado, 9 de marzo de 2013

Hasta siempre comandante

Con la muerte del Presidente Chávez, la revolución bolivariana ha quedado sola, y la figura de este carismático líder venezolano, pasa a engrosar junto al de Che Guevara, Salvador Allende y del  mismo Fidel Castro, aquella lista mítica y hasta cierto punto folclórica que se ha creado en Latinoamérica.
 Indudablemente la influencia de Chávez en esta región es innegable y más aún dentro de Venezuela; sus acciones y su visión marcarán profundo en la historia política de nuestras naciones. Como político y más que todo como ser humano, Chávez tuvo sus aciertos y sus errores; muy rescatable la redención de los más humildes en su país y el afán de concretar al igual que Simón Bolívar, la ansiada unidad latinoamericana.

Para los chavistas venezolanos el panorama político se torna difícil, ese es el precio de un modelo político centrado y patriarcal a la que estamos acostumbrados en Latinoamérica. La muerte de Hugo Chávez es equiparable con la muerte de un padre de familia de carácter fuerte, en donde la viuda y sus hijos quedan a merced de la incertidumbre. Es posible como ha sucedido en otros casos que se produzca un cisma al interior de la clase dirigencial del chavismo, que posibilitaría un rápido ascenso de la oposición al poder; o el heredero a propias palabras del extinto Chávez, Nicolás Maduro, podría potenciar su legado político y aglutinar a las masas fajo su figura. Ciertamente en política es difícil presagiar.

Lecciones importantes quedan de este suceso político: por más importante, valiente e inteligente que sea un ser humano, al final es circunstancial y pasajero. Como con cualquiera de los seres humanos, ahí quedan las buenas obras y para los conspicuos observadores, también las malas. Políticamente no es el momento de claudicar a los cambios y a las buenas acciones, pero sí el de corregir las grandes equivocaciones del llamado socialismo del siglo XXI. Bien cabe en estos momentos aquella canción clásica del compositor cubano Carlos Puebla, titulada: Hasta siempre Comandante.

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