miércoles, 15 de octubre de 2014

El despertar de los mandantes

El encanto del “Flautista de Hamelín” en la política ecuatoriana, parece que empieza a disiparse. La marcha de los trabajadores convocada por el Frente Unitario de Trabajadores FUT y otras organizaciones como la Conaie, del pasado miércoles 17 de septiembre, fue inédito y masivo en el actual periodo de la Revolución Ciudadana. Según reportes de los medios de comunicación, se dieron enfrentamientos violentos entre los manifestantes opositores a la política del gobierno central y miembros de la Policía Nacional, con un saldo de varios heridos y 84 detenciones. Cabe señalar que las manifestaciones pacíficas y el derecho a la resistencia, están consagradas en la Constitución de nuestro país; pero en estas circunstancias, mantener la calma y la cordura, se torna difícil por la intromisión de los miembros del orden público y los ánimos exaltados de los manifestantes.
Ventajosamente la cosa no pasó a mayores; dada la irresponsable convocatoria de parte del oficialismo a una contra marcha que se concentró en la Plaza de la Independencia, a unos cuantos metros de los marchantes opositores, que pudo haber originado una lamentable confrontación violenta entre hermanos ecuatorianos. El gobierno debe entender que aquí en nuestro país se debe gobernar para todos y no solo para una mitad, o peor aún para su grupo de amigos que están en el poder.

No somos ciegos para negar los logros de la actual administración, más que todo en la infraestructura pública, administración que ha sido bendecida con una inimaginable cantidad de recursos económicos, provenientes de esta segunda bonanza petrolera, que son de todas y todos los connacionales. Pero me parece que los logros de la “revolución”, son enturbiados por una serie de desaciertos que empiezan a molestar a las mayorías, como la metida de la mano a la justicia, la criminalización de la protesta social, la degradación de la libertad de expresión, el caudillismo, leyes inconsultas e impositivas, doble discurso, entre otros tantos errores encasillados bajo la lógica de una revolución centralista, vertical y autoritaria.

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