sábado, 29 de diciembre de 2012

Estado y ciudadanía

La organización del Estado responde supuestamente a un acuerdo entre gobernantes y ciudadanos. Desde los orígenes de la especie humana, al momento de recrear una convivencia comunitaria o colectiva, surgió la necesidad de poner reglas para poder garantizar cierta paz y armonía al interior de las tribus. Así nace la organización estatal, que básicamente busca el bienestar colectivo en un ambiente de camaradería, en base al compromiso de respetar las normas y leyes consensuadas democráticamente.

Este es el ideal que casi nunca se ha cumplido. La organización del Estado y el poder, siempre se ha relacionado al uso de la fuerza o el poder económico; han sido, y son las élites quienes en forma arbitraria disponen legislaciones para las masas. Esto no ha variado en ninguno de los sistemas políticos y económicos conocidos hasta la actualidad. La realeza en los reinos, la oligarquía en los sistemas capitalistas, la cúpula del partido en los sistemas socialistas; clubes, corporaciones, camaradas, en algunos de los países democráticos.

Los conflictos sociales de tipo político, surgen por la imposición de normas y leyes arbitrariamente impuestas desde las élites gobernantes. Quiero ilustrar con un ejemplo esta realidad política: Los otavalos como mindalaes y viajeros, vienen desarrollando una actividad económica que básicamente consiste en elaborar sus artesanías para luego comercializarlo en recónditos lugares del mundo, y su regreso traer productos de dichos lugares para consumo familiar o para su comercialización; siempre ha sido así, desde hace cientos o quizá miles de años. Después de que llegaron los incas, los españoles, las transnacionales, los Estados Nacionales; se impuso legislaciones y fronteras, restricciones y tributos. Seguir esta tradición económica propia; para los otavalos de hoy se complica claramente por la yuxtaposición de leyes y normas inconsultas, que despersonalizan todo un colectivo de tipo étnico cultural.

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