viernes, 22 de septiembre de 2017

¡Un desmadre!

Cuando se había perdido toda esperanza, tuvo que ocurrir un milagro. Los diez años del correismo fueron traumáticos para el Ecuador y sus efectos perdurarán por algún tiempo. Para el ecuatoriano medianamente informado, sin vínculo alguno al partido del Gobierno, la llamada “década ganada”, no fue más que un desperdicio total, si hablamos de los grandes cambios que necesitaba el país, tanto a nivel estructural, el cambio a la matriz productiva, el fomento a las libertades y  los derechos humanos, la concreción de un auténtico Estado Prurinacional, entre otros ítems. La “Revolución Ciudadana” como lo han contado incluso varios de sus cofundadores, se fue paulatinamente alejándo de sus preceptos iniciales, para recluirse en una especie de un caprichoso y enfermizo dominio caudillista. Lo que ya se sabía de dientes para adentro hoy comienza a develarse en medio de una especie de grotesca telenovela, donde las pasiones, las traiciones, el robo, el espionaje, la corrupción, el contubernio, y no sé qué desmadre más, constituyen la trama de cada capítulo. Por todo esto bajó la popularidad del anterior régimen, por todo esto la mitad de los ecuatorianos no votó por el continuismo que representaba Lenín Moreno, por todo esto muchos tuvieron que regresar a ver obligadamente al candidato banquero.

La historia es conocida, el candidato oficial se impuso en medio de cuestionamientos a la independencia del Consejo Nacional Electoral y sospechas de fraude. Aunque el grito de amplios sectores de la sociedad ecuatoriana se escuchó por todos lados, las cartas ya estaban echadas y las esperanzas se fueron desvaneciendo con el pasar de los días. Pero el milagro ocurrió. Contrario a lo que muchos esperaban, el nuevo presidente ecuatoriano efectivamente se sacudió del correismo y en correspondencia al clamor nacional abrazó la sensatez y  proclamó una lucha abierta contra la corrupción y la apertura de canales de diálogo entre el Gobierno y la sociedad civil. Aunque haya sido parte del gobierno anterior, siempre miré a Lenín Moreno como a un hombre bueno. Por el bien de todos, ojalá no nos equivoquemos de nuevo.

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