viernes, 21 de octubre de 2016

La maldición del papeleo

Se esperaba que con la creación de la Agencia Nacional de Tránsito, de competencia civil, se iba a sepultar de una vez por todas, el viacrucis de la tramitología de la matriculación vehicular. Ahora que la competencia se ha trasladado a los municipios, creo que seguimos de mal en peor. Increíble en un mundo que cada vez está más automatizado con las nuevas tecnologías, un mundo que incluso quiere ya dejar el papel físico por cuestiones ambientales.

Para actualizar el ansiado permiso de circulación anual, de vehículo particular, este es trámite que seguí desde Otavalo: Entré al sitio de internet para coger el turno, me salió un mensaje de “página en mantenimiento” o algo así; me trasladé a la Agencia Municipal de Tránsito a ver si ahí me podían ayudar con el turno, recibí la respuesta de que la página estaba en mantenimiento y que debía coger el turno para Ibarra, y así lo hice. Después “cola” para pagar en el banco, después trasladarse al municipio para pagar el valor al Gobierno Provincial; después trasladarse a la Municipalidad de Ibarra para sacar el certificado Sismert, otra espera y otra “cola”. Sacar copias de cédula, matrícula, etc. Por fin la revisión vehicular, chévere. Con la revisión coger un turno con el guardia para ser atendido, me tocó creo el 84, cuando recién seguía el número cuarenta y tanto. Unas dos horas de espera, mejor que fui a regresar almorzando. Casi me quedo afuera, habían cerrado la puerta. Por fin del patio ya nos hicieron pasar a algunos, nos pudimos sentar adentro. La espera dentro de la Agencia fue amena, había una especie de “pasarela de belleza”, entraban y salían con los papeles, me imagino que eran para el jefe o jefa, quién tenía que firmar. Bien, por fin llegó mi turno; después seguir esperando hasta que entreguen el documento. Medio día para el trámite, y eso con todos los documentos listos. Esta gestión debería remitirse solamente a dos actos: Pago y revisión.

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