viernes, 16 de septiembre de 2016

Entre México y Estados Unidos


En Estados Unidos por lo general, todos los inmigrantes latinoamericanos son considerados como mexicanos. Por lo tanto la arremetida del candidato republicano a la presidencia de ese país, Donald Trump, en contra de los mexicanos, es una ofensa no solo a ciudadanos de la patria azteca, sino a todos quienes están más allá de la frontera sur estadounidense. Los ecuatorianos residentes en ese país, entre inmigrantes y nacidos allá, supera ampliamente el medio millón personas que por diversas circunstancias tuvieron que radicarse en el país del norte, más que todo buscando mejores condiciones de vida. Ni qué decir de la totalidad de la población estadounidense de origen hispano o latino como se lo conoce allá, que supera los 50 millones de personas, por hoy el grupo étnico minoritario más grande y que crece aceleradamente en Estados Unidos.

Si revisamos la historia mexicana, recordaremos que en la guerra de 1846, Estados Unidos le arrebató casi la mitad de su territorio comprendido en el oeste norteamericano, cuando el ejército yanqui ocupó por primera vez una capital de un país extranjero, como lo hizo al tomarse la ciudad de México y obligar a firmar un tratado en 1848, que por hoy es rememorado por los políticos mexicanos, como respuesta a las agresiones verbales del candidato Trump. Pero parece que de alguna forma la propia historia en este tema, reivindicará justicia con la “reconquista” de estos territorios por los mexicanos, de una forma poca ortodoxa.

Pero lo más descabellado de esta historia se produjo hace poco, cuando por razones por nada explicables, el presidente mexicano Enrique Peña Nieto, invitó al magnate norteamericano, casi como si fuera un jefe de Estado, al palacio de gobierno; donde Trump nunca se retractó o peor aún pidió disculpas a los mexicanos. ¿Quién podría imaginarse? Invitar al “enemigo” a insultarle en su propia casa.

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