Es increíble cómo una serie de desaciertos políticos al
interior del movimiento que gobierna el
país, va debilitando su hegemonía y popularidad en los últimos años. El pedido
de desalojo de la sede de la Conaie, por parte del gobierno nacional, así lo
evidencia. Entiendo que muchos líderes sociales alrededor de Latinoamérica
incluso, se han solidarizado con la máxima representación del movimiento
indígena ecuatoriano, y no era para menos, la Conaie con sus errores y aciertos,
constituye el producto de luchas históricas que se gestaron hace muchísimos
años, con el patrocinio de líderes indígenas y no indígenas como Dolores
Cacuango, Tránsito Amaguaña o el mismo Monseñor Leonidas Proaño, que en su
tiempo cuestionaron el sistema de explotación y marginación a los que se
sometía a las poblaciones indígenas, de manera oficial desde la época de la
colonia.
Una gran pregunta de mama Lourdes Tibán, a la que me sumo,
es el ¿qué dirán los y las expachakutik -brazo político de la Conaie- que ahora
están de Felipillos con el poder? Ahí desfilarían una serie de nombres como la
de Virgilio Hernández, Doris Solís, Miguel LLuco, Gilberto Talahua, Ricardo
Ulcuango y la misma señora Gabriela Rivadeneira entre muchísimos otros más. El
libreto sobre esto ya es conocido, se someterán a una reverencial venia ante el
todopoderoso, bajo aquel cansón discurso de la defensa del susodicho “proceso
revolucionario”. Estamos seguros que la historia será justa y sabrá juzgarlos
correctamente.
Pero esto deja un sabor amargo. Los pueblos originarios y
sus representantes tratados como extranjeros en su propia tierra. ¿De qué
plurinacionalidad podemos hablar, mientras unos hacen fiesta con los recursos
extraídos de las entrañas de nuestra madre tierra y otros no tengan ni siquiera
para el “arriendo” y peor aún una sede propia donde funcionar? Claro que algún
frívolo, de esos que hay muchos, podrían decir que como cualquier organización
o asociación tienen que gestar su casa con sus propios recursos; pero aquí no
estamos hablando de una asociación cualquiera, sino de una representación de
una nacionalidad reconocida dentro del texto constitucional.
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