lunes, 11 de septiembre de 2017

La inhumanidad en Ecuador


Nos sorprende la impavidez de los ecuatorianos frente a una noticia que debería ser un escándalo nacional, donde todos deberíamos sentirnos denigrados y exigir la más ágil investigación de parte de las autoridades de la Función Judicial, para que los culpables reciban el máxima castigo. Me refiero a las denuncias de torturas en la cárcel de El Turi de Cuenca. Los testimonios de reclusos y familiares, víctimas de extorsión revelan dramáticos testimonios de supuestas prácticas de tortura al interior de este centro de rehabilitación social, conocido como El Turi. Según una nota de prensa “Los internos testimoniaron ante las autoridades fiscales que les maltrataban físicamente de forma masiva o individual, mediante descargas eléctricas de alto voltaje, colgándoles de los pulgares o arrojándoles agua helada durante la noche y madrugada.” Todo esto consta en el proceso que la Fiscalía investiga, una supuesta operación de una red de extorsión, en la que se encuentran involucrados internos y el exdirector de la cárcel.

“He venido viviendo una pesadilla, me han apuñalado los glúteos, el pulmón…me torturaban, pasaban los cables por medio de unas ventanas de una celda que había a lado, me ponían los pies en baldes de agua y los cables en los pulgares”, cuenta uno de los internos a un perito legal. Según las primeras investigaciones los relatos coinciden con las lesiones encontradas en el cuerpo de un interno. Según las noticias parece que las motivaciones de estas monstruosidades fue el dinero. Las víctimas cuentan que entregaron miles de dólares a los victimarios, incluso vendiendo algunos enseres de la casa. Una abominable noticia que pesábamos solo sucedía en países lejanos o en películas de terror.


Obvio que la responsabilidad por estas aberraciones del sistema estatal cae en el Gobierno Nacional, más aún en un gobierno que se autocalificaba como íntegro y respetuoso de los derechos humanos. Cómo las autoridades carcelarias y del sistema judicial no se percataron de semejante inhumanidad que ocurría frente a sus narices, eso por no sospechar que la permitieron o la socaparon. Muchos abusos comienzan a develarse. ¡Que los culpables sean castigados! 

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