Nos sorprende la impavidez de los ecuatorianos frente a una
noticia que debería ser un escándalo nacional, donde todos deberíamos sentirnos
denigrados y exigir la más ágil investigación de parte de las autoridades de la
Función Judicial, para que los culpables reciban el máxima castigo. Me refiero
a las denuncias de torturas en la cárcel de El Turi de Cuenca. Los testimonios
de reclusos y familiares, víctimas de extorsión revelan dramáticos testimonios
de supuestas prácticas de tortura al interior de este centro de rehabilitación
social, conocido como El Turi. Según una nota de prensa “Los internos
testimoniaron ante las autoridades fiscales que les maltrataban físicamente de
forma masiva o individual, mediante descargas eléctricas de alto voltaje,
colgándoles de los pulgares o arrojándoles agua helada durante la noche y
madrugada.” Todo esto consta en el proceso que la Fiscalía investiga, una
supuesta operación de una red de extorsión, en la que se encuentran
involucrados internos y el exdirector de la cárcel.
“He venido viviendo una pesadilla, me han apuñalado los
glúteos, el pulmón…me torturaban, pasaban los cables por medio de unas ventanas
de una celda que había a lado, me ponían los pies en baldes de agua y los
cables en los pulgares”, cuenta uno de los internos a un perito legal. Según las
primeras investigaciones los relatos coinciden con las lesiones encontradas en
el cuerpo de un interno. Según las noticias parece que las motivaciones de
estas monstruosidades fue el dinero. Las víctimas cuentan que entregaron miles
de dólares a los victimarios, incluso vendiendo algunos enseres de la casa. Una
abominable noticia que pesábamos solo sucedía en países lejanos o en películas
de terror.
Obvio que la responsabilidad por estas aberraciones del
sistema estatal cae en el Gobierno Nacional, más aún en un gobierno que se
autocalificaba como íntegro y respetuoso de los derechos humanos. Cómo las
autoridades carcelarias y del sistema judicial no se percataron de semejante
inhumanidad que ocurría frente a sus narices, eso por no sospechar que la permitieron
o la socaparon. Muchos abusos comienzan a develarse. ¡Que los culpables sean
castigados!
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