sábado, 31 de agosto de 2013

El Yamor y sus particularidades

Hace más de un cuarto de siglo, la fiesta del Yamor en Otavalo, era más renombrada que ahora. Recuerdo que la noche del pregón bajábamos caminando desde la comunidad de Agato, un buen número de jóvenes y niños, compuesto principalmente por familiares, con la idea de curiosear y entrar a uno de los dos cines que había en la época, el Teatro Bolívar y el Teatro Apolo. Como muchos contemporáneos recordarán, en aquella época comprar un boleto a la función nocturna era toda una locura, marea de personas que pugnaban como dé lugar llegar a la boletería, muchos “nadaban” literalmente por encima de aquel gentío para conseguir sus entradas; deduzco que todavía no se inventaban las civilizadas filas o “colas” de hoy en día. Después de la función de cine, que era una distracción muy cotizada en aquellos tiempos, rodeábamos varios de los afamados bailes populares de la época; pero eso si con mucho cuidado, porque siempre habían grupos de “chiquillos” o “mishus” vándalos, que buscaban cualquier pretexto para agredir a los indígenas.

La fiesta mayor de Otavalo debía de ser el 31 de octubre, a razón de la erección de villa a categoría de ciudad, refrendada por el mismísimo Libertador Simón Bolívar; pero paradójicamente se celebra en septiembre, con un conato aborigen y andino; un tanto difícil de entender si tomamos en cuenta que el Yamor de Otavalo, fue creado por un grupo de jóvenes otavaleños mestizos o “blancos” como se llamaban en aquella época, con el ánimo de institucionalizar una celebración de corte elitista, que recree a la alta sociedad otavaleña. Años después esta celebración tuvo su punto crítico, cuando un grupo de otavaleños kichwas quisieron inscribir una candidata indígena al reinado del Yamor, ante lo cual aquel mojigato folclorismo no vaciló en escupir un tedioso racismo, que puso a Otavalo en el ojo de la noticia nacional. Por hoy desconocemos los motivos por los cuales una participación indígena en el reinado del Yamor es nula, pero seguro que no es el racismo de antaño. Se gasta o se invierte grandes cantidades de dinero en esta fiesta, recursos que son de todas y todos los otavaleños, y eso está bien con una sola observación: que sean justos y equitativos a la hora de destinar dineros públicos a las diferentes festividades que por hoy tiene Otavalo.

sábado, 24 de agosto de 2013

Ecuador pluricultural

¿Desyasunízate?

Curioso. Parecería ser que hoy el lema ambiental del gobierno fuera: desyasunízate. Cómo es posible que los gestores de la iniciativa Yasuní ITT, para dejar el petróleo bajo suelo, sin importar quienes hayan sido, no pudieran haber medido el real alcance que tendría esta inédita iniciativa en el contexto global. Más que los “ambientalistas infantiles”, los que se quedaron cortos en esta historia son los políticos infantiles; imagínense, haber pensado que el mundo les regalaría 3.600 millones de dólares por una noble causa ambiental. Ilusos, como diría el Presidente de la República.

En todo caso las cosas se han dado de esta forma y el gobierno está empeñado en revertir la idea de no tocar este santuario natural de incalculable valor llamado Parque Nacional Yasuní. Esto indudablemente tendrá un costo político para el gobierno, sin importar si se explota o no; a menos que el Presidente Correa revea la decisión y renuncie inmediatamente a tal intención, en términos de supremo interés nacional y dedicarse a buscar alternativas para conseguir sus 600 millones de dólares anuales para el país. Esto incluso le permitiría un repunte nacional en términos electorales. Un escenario poco probable.

Las petroleras han causado tanto daño en la Amazonía ecuatoriana y es imperiosa la necesidad de cuidar y proteger este último reducto de la naturaleza pura, expuesta a la voracidad humana. Conscientes de la necesidad de recursos económicos, conscientes también de la necesidad de hidrocarburos en el mundo, pero más conscientes de la necesidad de proteger nuestra madre tierra que en el caso de Yasuní es única y el legado más preciado para las futuras generaciones, unimos nuestras voces para decir: No toquen el Yasuní. La naturaleza no necesita del hombre para seguir existiendo, pero el hombre sí necesita de la naturaleza para seguir existiendo.

viernes, 16 de agosto de 2013

Espejismo y plurinacionalidad

A pesar de que la actual Constitución del Ecuador acoge puntos importantes de reivindicación indígena, y muchos nos hayamos identificado con la última carta magna del 2008, para tratar de acoger a la República del Ecuador como también algo propio de los pueblos autóctonos; la realidad actual de marginalidad, no dista mucho de lo que pasaba hace apenas una generación. Aunque un importante sector indígena haya logrado acceder a puestos burocráticos en el gobierno; las grandes mayorías siguen en condiciones casi parecidas a los de antaño, la pobreza no se ha erradicado del campo y los más afectados son indígenas. Que algún dirigente ocupe un puesto relativamente importante en el gobierno, no quiere decir que el Ecuador sea un país plurinacional e intercultural. Lo indígena más bien se ha tornado en una especie de adorno para congraciarse con las masas populares. Entregar cargos a sus dirigentes, un método quizá para acallarlos.

Un Estado Plurinacional, para ser tal, debe ser estructurado en su conjunto y así lograr la inmersión real de los pueblos culturalmente diferentes; en la vida política, económica y cultural de un país. Fuimos un tanto ilusos al considerar que la incrustación de una sola palabra, la “plurinacionalidad” en la Constitución, bastaba para corregir un error histórico de más de 500 años. Obviamente cambiar esta realidad a corto plazo es imposible, se debe generar nuevas discusiones, sobre cual es la dimensión y la visión de un Estado auténticamente plurinacional e intercultural. Se debe sentar las bases de una nueva reingeniería estatal, y para esto es imprescindible el liderazgo y la participación del sector indígena, llámese movimiento indígena o sectores intelectuales. Es necesario poner atención a un recambio ideológico político, al interior de las organizaciones indígenas; antes que seguir con aquel discursillo desactualizado, sintetizado en la noble defensa de la pachamama.

El ocaso del turismo

Cuando en una noche fría veo a un grupo de turistas extranjeros, deambular por las calles de la ciudad de Otavalo, siento mucha pena y al mismo tiempo reflexiono. Otavalo y quizá la provincia de Imbabura, parece vivir por hoy un triste ocaso del turismo, que en otros tiempos fue famoso. De hecho como ciudad y como cantón, Otavalo ha bajado considerablemente en el ranking de los destinos turísticos más reconocidos del Ecuador.

Entiendo que el turista llega a Otavalo con el entusiasmo de conocer su gente, su cultura, sus artesanías, su arquitectura, gastronomía, paisajes, entre otros atractivos. ¿Pero qué es lo que encuentra al llegar a la ciudad? Muy poco o casi nada. Para empezar se encuentra con una ciudad que no tiene una identidad arquitectónica; la famosa Plaza de los Ponchos, abarrotada, casi sin camineras y lleno de productos foráneos. La cultura tiende a desaparecer; sin teatros, sin óperas autóctonas, sin eventos culturales regulares, y sin la motivación necesaria para que nuestros jóvenes mantengan su indumentaria o por lo menos su sagrada trenza kichwa otavaleña. La situación es seria. Niños y niñas indígenas que van adoptando prácticas culturales totalmente occidentales, al igual que nuestros hermanos los mestizos. La situación en las comunidades kichwas rurales no difiere mucho de la ciudad, basta constatar algunas alrededor del lago San Pablo, con sus armatostes de cemento y bloque, con jóvenes que han adoptado una extraña subcultura o la vida tribal “emo”. A esto se suma el déficit de hoteles, restaurantes y centros de diversión de categoría pero con identidad. Diríamos, una total decepción para el turista, quien no se reservará sus comentarios en su país de origen.

No olvidemos que el turismo y la agricultura, serán nuestra carta de salvación a nivel de país, en una economía pos petrolera. Es momento también de preocuparnos seriamente del tema turístico, sino estaríamos matando a la “gallina de los huevos de oro”, y eso sería una tremenda irresponsabilidad de todas y todos los otavaleños. ¡Salvemos el turismo!

viernes, 2 de agosto de 2013

¿Reelección indefinida?

De chiste a chiste, últimamente se ha empezado a hablar en serio sobre la reelección presidencial indefinida. La mayoría de los ecuatorianos aprobamos la Constitución de 2008, por considerarla de avanzada, democrática y garantista; si hubiese proclamado la reelección indefinida, seguro que la hubiésemos desechado. Democracia es alternabilidad, en tal sentido quienes propician el poder perpetuo, como dictadores, jefes supremos, e incluso alcaldes que quieren perennizarse en sus puestos, como el de Guayaquil; podrían ser considerados como antidemocráticos, y como tales, enemigos del pueblo.

Con los últimos sucesos eleccionarios, incluso la reelección inmediata por una sola vez, en países como el nuestro, da mucho que pensar y debatir; sin embargo pensamos que puede ser saludable para propiciar cambios estructurales importantes dentro de un país. Pero aferrarse al mando por siempre al puro estilo de las dictaduras del siglo pasado, nunca será justificado por más sentimientos altruistas que se tenga, además que yo sepa ningún dictador o caudillo que se petrifica en el sillón del poder, ha salido con la “bendición de Dios”.

La tentación para el oficialismo en las actuales circunstancias políticas, puede ser muy grande. Queda oportuno hacer un llamado al raciocinio democrático de los entes políticos activos y hegemónicos, a dejar de lado la arrogancia triunfalista y las ambiciones personales en función de construir un Ecuador moderno y de instituciones sólidas e independientes. Por el bien del país se sugiere a los señores y señoras asambleístas, disipar de una vez por todas, ideas tan osadas como el de reformar nuestra Constitución, en pro de una reelección indefinida. Cambios constitucionales como estos, generarían situaciones políticas y sociales que pondrían en serio riesgo, la unidad y el progreso de nuestra República.

Seguridad y delincuencia

La seguridad es un requisito fundamental para lograr el progreso, desarrollo, sumak kawsay o como quiera llamarlo. Si bien es cierto que la delincuencia no terminará nunca, también es cierto que se puede reducir a porcentajes ínfimos; todo esto dependerá claramente de la política estatal o del gobierno de turno. Por eso el clamor ciudadano de poder vivir seguros y tranquilos, con una legislación -seguridad jurídica- clara y justa, tendiente a una convivencia más o menos armónica entre los ciudadanos y ciudadanas.

En contraposición a las estadísticas, a los indicadores económicos; la delincuencia ha crecido abultadamente en los últimos años, y no nos queda más que fortificar nuestras casas y comercios a modo de castillos medievales, caminar con la psicosis de algún momento ser abordados por un delincuente y esperar medidas efectivas de parte de las autoridades competentes, que no llegan. Últimamente Otavalo ha sido un sitio predilecto de la delincuencia, a razón de una actividad económica importante en la provincia y paso predilecto del turismo nacional e internacional. Si no nos hemos dado cuenta, la ciudad ha crecido significativamente y demanda de necesidades acorde a su tamaño, como la implementación de la central 911, “Ojos de Águila”, aumento de patrulleros y efectivos policiales, entre otras bondades de la tecnología contemporánea.

Aunque el asunto de seguridad ciudadana compete exclusivamente al Gobierno Nacional, entiendo que todos estamos dispuestos a contribuir en revertir el flagelo de la delincuencia. Es oportuno hacer una invitación cordial a todas las autoridades, sectores sociales, ciudadanía en general, a unir nuestras manos y nuestras mentes, para buscar e implementar mecanismos efectivos que contrarresten la delincuencia, que por hoy, viene ganando esta guerra.