Curioso. Parecería ser que hoy el lema ambiental del gobierno fuera: desyasunízate. Cómo es posible que los gestores de la iniciativa Yasuní ITT, para dejar el petróleo bajo suelo, sin importar quienes hayan sido, no pudieran haber medido el real alcance que tendría esta inédita iniciativa en el contexto global. Más que los “ambientalistas infantiles”, los que se quedaron cortos en esta historia son los políticos infantiles; imagínense, haber pensado que el mundo les regalaría 3.600 millones de dólares por una noble causa ambiental. Ilusos, como diría el Presidente de la República.
En todo caso las cosas se han dado de esta forma y el gobierno está empeñado en revertir la idea de no tocar este santuario natural de incalculable valor llamado Parque Nacional Yasuní. Esto indudablemente tendrá un costo político para el gobierno, sin importar si se explota o no; a menos que el Presidente Correa revea la decisión y renuncie inmediatamente a tal intención, en términos de supremo interés nacional y dedicarse a buscar alternativas para conseguir sus 600 millones de dólares anuales para el país. Esto incluso le permitiría un repunte nacional en términos electorales. Un escenario poco probable.
Las petroleras han causado tanto daño en la Amazonía ecuatoriana y es imperiosa la necesidad de cuidar y proteger este último reducto de la naturaleza pura, expuesta a la voracidad humana. Conscientes de la necesidad de recursos económicos, conscientes también de la necesidad de hidrocarburos en el mundo, pero más conscientes de la necesidad de proteger nuestra madre tierra que en el caso de Yasuní es única y el legado más preciado para las futuras generaciones, unimos nuestras voces para decir: No toquen el Yasuní. La naturaleza no necesita del hombre para seguir existiendo, pero el hombre sí necesita de la naturaleza para seguir existiendo.
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