miércoles, 10 de febrero de 2010

Jóvenes y globalización

Toda transformación dentro de una sociedad, conlleva aspectos positivos y negativos, en menor o mayor proporción de acuerdo a la dinámica circunstancial; podemos señalar que los otavalos somos proclives a los cambios, pero esos cambios no deben ser tan abruptos ni caóticos, como en el caso de la juventud indígena, que en los últimos años han aparecido con modas y tendencias culturales demasiadas extrañas a nuestra realidad étnico-cultural.
Por ejemplo hasta hace poco, para el Pueblo Kichwa Otavalo, cortarse el pelo largo, era considerado un gran sacrilegio, so pena de expulsión de una comunidad; más aún ese acto era una sentencia o castigo a los ladrones atrapados en flagrante acto dentro de una comunidad indígena. Hoy parecería que muchos de nuestros jóvenes cayeron dentro de ese dictamen delictivo.
Estamos claros que estos son tiempos de la informática y la globalización, que las culturas pequeñas y débiles del mundo, serán absorbidas por la cultura occidental, pero considero que este no es nuestro caso, somos un pueblo reconocido y de raíces antiquísimas, con un gran sentido de identidad y de apego a nuestra tierra y al tayta Imbabura; por lo que tenemos el reto de saber confluir el modernismo con las tradiciones autóctonas.
Lejos de pregonar un etnocentrismo irreal o fantasioso, considero que las transformaciones culturales deben realizarse, sin lesionar aspectos vitales de identidad, como por ejemplo en nuestro caso, el pelo largo en hombres y mujeres, el idioma y la llamada cosmovisión; para esto a más dirigentes, activistas culturales y padres de familia, necesitamos políticas estatales bien definidas, fundamentadas en el aspecto plurinacional y pluricultural del estado ecuatoriano.

Año nuevo, mismas reflexiones.

Según el calendario gregoriano al que estamos sujetos en occidente, comenzamos un nuevo año, el 2010; el cual esperamos sea de grandes satisfacciones para todos los pueblos indígenas, los ecuatorianos y la humanidad entera. Todos tenemos la responsabilidad de contribuir en la construcción de un mundo mejor, un mundo sin guerras, sin hambre y con un alto grado de respeto a la madre naturaleza y al ser humano.
Instamos más que todo a los líderes mundiales a tomar un poco más de seriedad, frente a los grandes problemas ambientales, la distribución de la riqueza, el respeto a la autodeterminación de los pueblos y a la libertad. Esperamos que cumbres como la de Copenhague – Dinamarca, que tratan temas ambientales de vital importancia, sean realmente positivas para el planeta y sus habitantes.

Dentro del aspecto político organizativo, en nuestro país han pasado cerca de 20 años, desde el primer levantamiento indígena que se produjo en 1990, en los cuales, a pesar del esfuerzo del movimiento indígena ecuatoriano, no se han logrado grandes transformaciones políticas, más que todo en la construcción del estado plurinacional; al identificar aspectos relevantes en este tema, solo nos remitimos al tema de la educación bilingüe, que se ha estancado hace mucho tiempo; el tema de la salud indígena, que no ha superado el mero folclorismo y el tema del Codenpe, aunque oportuno, solo dio remedios a necesidades inmediatas y superficiales en términos políticos.

Hemos insistido en la necesidad de que el movimiento indígena debe abrirse en temas políticos y construir una base ideológica sólida, sujeto a realidades actuales e históricas, para proponer a la sociedad ecuatoriana un modelo de desarrollo alternativo, efectivo y más que todo intercultural, sin las perversidades del capitalismo o la quimera del socialismo ortodoxo.