Según el calendario gregoriano al que estamos sujetos en occidente, comenzamos un nuevo año, el 2010; el cual esperamos sea de grandes satisfacciones para todos los pueblos indígenas, los ecuatorianos y la humanidad entera. Todos tenemos la responsabilidad de contribuir en la construcción de un mundo mejor, un mundo sin guerras, sin hambre y con un alto grado de respeto a la madre naturaleza y al ser humano.
Instamos más que todo a los líderes mundiales a tomar un poco más de seriedad, frente a los grandes problemas ambientales, la distribución de la riqueza, el respeto a la autodeterminación de los pueblos y a la libertad. Esperamos que cumbres como la de Copenhague – Dinamarca, que tratan temas ambientales de vital importancia, sean realmente positivas para el planeta y sus habitantes.
Dentro del aspecto político organizativo, en nuestro país han pasado cerca de 20 años, desde el primer levantamiento indígena que se produjo en 1990, en los cuales, a pesar del esfuerzo del movimiento indígena ecuatoriano, no se han logrado grandes transformaciones políticas, más que todo en la construcción del estado plurinacional; al identificar aspectos relevantes en este tema, solo nos remitimos al tema de la educación bilingüe, que se ha estancado hace mucho tiempo; el tema de la salud indígena, que no ha superado el mero folclorismo y el tema del Codenpe, aunque oportuno, solo dio remedios a necesidades inmediatas y superficiales en términos políticos.
Hemos insistido en la necesidad de que el movimiento indígena debe abrirse en temas políticos y construir una base ideológica sólida, sujeto a realidades actuales e históricas, para proponer a la sociedad ecuatoriana un modelo de desarrollo alternativo, efectivo y más que todo intercultural, sin las perversidades del capitalismo o la quimera del socialismo ortodoxo.
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