viernes, 29 de agosto de 2014

Venciendo prejuicios

Era como las dos de la mañana de un fin de semana cualquiera, en la ciudad de Otavalo de hace aproximadamente un cuarto de siglo, venía en mi motocicleta en una de mis andanzas juveniles, cerca de la Plaza de los Ponchos, distingo a otro muchacho indígena que me hace parar con insistencia, me detengo, sin mayores explicaciones se monta en mi moto, yo entiendo y arranco enseguida. El “pana” había sido de Peguche, comunidad cercana a Otavalo. Después de varios años me encontré con este “compañero”, ya en una situación tranquila me explicó de aquel incidente. Resulta según me dijo, que una jorga de mestizos lo había acorralado de esquina a esquina para agredirlo, y que yo había llegado justo en el momento preciso; recuerdo que el agradecimiento hacia mí, fue emotivo y sincero.

La clásica y tradicional canción del grupo Winiaypa, titulada Chuchaqui, que por cierto es una de las mejores fusiones kichwas con ritmos contemporáneos, cuenta otro de los tantos incidentes étnicos entre indígenas y mestizos, que era muy común hace unas dos décadas. Muy a menudo al encontrarse con un grupo de muchachos mestizos, sin razón alguna lanzaban improperios a los indígenas, como: “indios”, “longos”, “roscas”, entre otros. Las relaciones entre los indígenas que empezaban a tomarse Otavalo y cierto sector de mestizos reaccionarios eran tensas. Recordemos que en 1996, Verónica Barahona, chica indígena que pretendía participar en la elección de la Reina del Yamor, fue rechazada contra todo razonamiento, por razones étnicas. Por esas mismas fechas las autoridades municipales de ese entonces, pretendieron sacar el monumento a Rumiñahui del parque central, sin conseguirlo.

Indudablemente el ascenso de Mario Conejo a la alcaldía de Otavalo, inauguró un nuevo periodo dentro de las relaciones interétnicas en la ciudad, y podemos decir que hemos avanzado. En mi caso por ejemplo a más de la fluida vida social entre amigos y familiares “runas” dentro de la ciudad, tengo muchos amigos mestizos con quienes hemos compartido alegrías y tristezas dentro de una sincera camaradería.

sábado, 23 de agosto de 2014

Entorno violento

He llegado a la conclusión de que la violencia lastimosamente es algo inherente a la naturaleza humana. Además sin necesidad de justificarla, debo presumir que nuestro mundo es violento, que nuestra galaxia y el universo mismo es violento. El micro cosmos es una eterna batalla bacteriológica y de violentas colisiones subatómicas. En tal sentido los que osamos estar vivos en esta fracción de segundo cósmico, somos naturalmente unos supervivientes. Existe evidencia de que el ser humano es igual o más violento que sus antepasados de la antigüedad, por hoy con una maquinaria más sofisticada para hacer daño al prójimo. Por más religiosos y pacifistas que nos declaremos, siempre tendremos impregnado en nuestra memoria, algún desliz violento en nuestras vidas, eso es innegable.

Dentro de esta cruda realidad también se percibe tenue, la luz de la sensatez y la búsqueda de la paz, destinada a eliminar el sufrimiento, como un acto altruista de la inteligencia humana. En diferentes épocas de la historia de la humanidad, han aparecido mensajeros de la paz o profetas que nos han inducido hacia esa paz y convivencia fraterna, que todos necesitamos pero que no la podemos establecer a cabalidad. Por ejemplo nadie olvida el mensaje de paz que advirtió  Jesús el Galileo. También es cierto  que el tema religioso ha sido conflicto de sangrientas batallas y de apasionadas discusiones, que pone en entredicho el propósito mismo de una fe religiosa.

Cierto es que la política y la religión establecen los parámetros legales y morales, para establecer una convivencia pacífica que nunca se ha logrado en su totalidad; de ahí que estos temas son de un debate un tanto conflictivo, que muchos prefieren evitarlos. Sin embargo cabe señalar que por hoy son los únicos caminos tendientes a conseguir un equilibrio aceptable de correlacionarnos en nuestro entorno y el mundo; por eso la necesidad de líderes religiosos y políticos que sepan sobrellevar el yo violento interior que todos tenemos, enjaulado en las rejas de la paz colectiva, que es lo que cuenta más.

     

miércoles, 20 de agosto de 2014

La diminuta humanidad

Con la muerte de nuestro cuerpo físico, evidentemente el universo conocido llegaría a su fin para cada uno de nosotros. Absolutamente en todas las culturas del mundo, se ha especulado sobre el origen y la razón de la existencia humana, y dentro de esta eterna búsqueda que calme nuestra crisis existencial como seres racionales, está la búsqueda de un ser absoluto llamado dios, el responsable de nuestra existencia y destino final. Muchos creen haber develado ese misterio y proclaman una suerte de verdad absoluta a sus creencias, para así  poder regocijarse y encontrar cierta paz interior. La religión y la espiritualidad son necesarias para los pueblos, casi imprescindibles, en la medida que establece una convivencia social aceptable a través  de sus valores morales. Pero esas creencias no deberían contraponerse al conocimiento y las ciencias, como ocurrió en la Edad Media, sino deberían buscar por lo menos una mínima confluencia que evite un profundo conflicto filosófico. El entendimiento entre ciencia y religión parece algo desnaturalizado por sus particulares principios. Vaya dilema.

Adentrarnos en el conocimiento del cosmos y sus misterios, nos eleva más allá de nuestras creencias religiosas, para convertir al dios de los humanos en algo diminuto e intrascendente. Nuestro planeta azul, apenas es un puntito extremadamente diminuto en la Vía Láctea, nuestra galaxia. Suponiendo que se podría viajar a la velocidad de la luz, que es de 300 mil kilómetros por segundo, necesitaríamos 27 mil años de constante viaje, solo para llegar a la mitad de nuestra galaxia, y de esas galaxias existirían aproximadamente unos 100 mil millones solo en el universo observable. Esto hablando de cuerpos celestes, pero el universo tiene misterios casi incomprensibles a la mente humana. El espacio que se consideraba como algo vacío, ahora se sabe que contiene la mayor parte de la materia del universo, conformada por radiación electromagnética, partículas cósmicas, neutrinos sin masa e incluso formas de materia oscura y la energía oscura.

Muchas de las verdades científicas de antaño se derrumban con el avance del conocimiento humano. Por ejemplo siempre se dijo que la distancia entre dos puntos es la recta, hoy se especula incluso que el espacio cósmico se puede torcer para acortar la distancia de esos dos puntos. Los misteriosos agujeros negros galácticos tienen una gravedad inimaginable que podría comprimir todo el planeta tierra al tamaño de una papa. Si nos adentramos al micro cosmos, la física cuántica hoy nos hace dudar de lo que nosotros conocemos como realidad, incluso pone en entredicho la teoría del origen del universo, este podría remontarse más allá del Big Bang. La mente humana es la mutación más maravillosa del todo, por poseer conciencia, es un milagro de nuestro universo conocido. A pesar de la insignificancia en el cosmos, la vida humana está llamada a trascender en el universo, a evitar su destrucción, a buscar los medios y la tecnología para nuestra supervivencia o morir en el intento; si no logramos este cometido, ¿de qué nos  serviría el altruismo espiritual, nuestra veneración a la madre tierra, o a aquel Dios omnipotente? Mientras tanto flotamos cual frágil burbuja en el espacio. 

Ejemplo Curitiba

La ciudad brasileña de Curitiba, debería ser la inspiración para todas las autoridades municipales y de quienes sueñan con una ciudad modelo. Curitiba la capital del estado brasileño de Paraná, es una metrópoli de nivel internacional, donde sus índices de desarrollo humano y económico, hablan por sí solos. El modelo de gestión de la trasportación urbana es reconocido a nivel mundial y no es raro ver a funcionarios de todas partes del mundo que visitan la urbe, interesados en su afamado modelo, que ya lo han puesto en práctica ciudades como Los Ángeles y Nueva York. Es conocido que en esta ciudad, todo es ordenado; por ejemplo las estaciones de taxis están separadas en forma adecuada y estos no paran en cualquier esquina, a no ser que sea una emergencia. Aquí en verdad se respeta al peatón, sin importar que sea un niño, adulto o mayor. A esto se suma sus atractivos culturales y turísticos como el Jardín Botánico de Curitiba o la Ópera de Alambre, entre tantos otros que provocan la visita de 300 mil turistas al año.

Sus habitantes se enorgullecen de esas preferencias que han logrado a través de una adecuada administración pública y también con el impulso de organizaciones privadas. Otro orgullo de esta ciudad cosmopolita está en sus espacios verdes, cada habitante tiene un espacio verde de 52 metros cuadrados, que va más allá de lo que pide las Naciones Unidas, que es de 15 metros cuadrados. Existen más de 144 km de espacios para bicicletas bien respetadas y bien utilizadas. Pero sobre todo esto, es la amabilidad de su gente, la que le hace destacar incluso por sobre las ciudades europeas.

Aquí más cerca, en Otavalo, tenemos una ciudad con un gran potencial de proyección, solamente hace falta una cosa: sintonía visionaria entre autoridades, ciudadanía y comunidades. Ejemplos como la de Curitiba en Brasil o Santa Fe en Nuevo México Estados Unidos, son de mucha valía a la hora de trazarnos una hoja ruta, para nuestra ciudad y sus comunidades. Es hora de mirar más allá del horizonte inmediato. 

lunes, 4 de agosto de 2014

Fierros infernales

Una carnicería como la que está sucediendo en la Franja de Gaza, dentro del conflicto palestino-israelí, debe ser condenada sin vacilación alguna. Pero parece que los intereses políticos regionales y geopolíticos, priman más que el valor de la vida humana, esto ante la impávida expectación de los organismos y países llamados a hacer respetar un alto al fuego inmediato. En este conflicto de complejidad muy extensa, es fácil llevarse por nuestra emotividad ideológica y maldecir al “cuco” sanguinario del Estado de Israel o a las milicias extremistas del grupo Hamas. En una guerra todos son asesinos, pero en perspectiva de cada bando, son luchadores y patriotas que gozarán incluso del beneplácito de sus dioses. Aquí nuestro enemigo general debería ser la guerra y quienes pregonan por ella, la dirigencia de los dos bandos, a las que no ha importado en absoluto poner a civiles e incluso niños en la mira de sus fierros infernales. 
     
El arsenal nuclear de la Guerra  Fría sigue intacto y el peligro de una aniquilación en términos globales también. El guía supremo iraní, el ayatola Ali Jamenei, acusó a Israel de estar cometiendo un “genocidio” en Gaza y pidió al mundo islámico que arme a los palestinos para luchar contra el “régimen sionista”. Si esto sucede –como muchos lo querrán- el polvorín del Medio Oriente podría explotar afectando incluso la paz global, en un mundo en que los nacionalismos belicosos parecen resurgir nuevamente. El presidente estadounidense Barack Obama ha declarado que cualquier solución a largo plazo del conflicto pasaría por “desarmar a los grupos terroristas y desmilitarizar Gaza”. Obviamente a Israel y occidente no le interesa el establecimiento de un Estado Palestino, y los palestinos con todo su derecho histórico, tampoco renunciarán a su patria; tornando aquel conflicto a su punto inicial.


En cualquier tipo de conflictos bélicos y más que todo en los conflictos internacionales el papel protagónico de la ONU en la búsqueda de una solución inmediata, debe ser inexcusablemente protagónico. Esperemos que las mentes de los líderes mundiales se “iluminen” y que puedan dirimir con sabiduría en esta clase de conflictos. 

La diminuta humanidad

Con la muerte de nuestro cuerpo físico, evidentemente el universo conocido llegaría a su fin para cada uno de nosotros. Absolutamente en todas las culturas del mundo, se ha especulado sobre el origen y la razón de la existencia humana, y dentro de esta eterna búsqueda que calme nuestra crisis existencial como seres racionales, está la búsqueda de un ser absoluto llamado dios, el responsable de nuestra existencia y destino final. Muchos creen haber develado ese misterio y proclaman una suerte de verdad absoluta a sus creencias, para así  poder regocijarse y encontrar cierta paz interior. La religión y la espiritualidad son necesarias para los pueblos, casi imprescindibles, en la medida que establece una convivencia social aceptable a través  de sus valores morales. Pero esas creencias no deberían contraponerse al conocimiento y las ciencias, como ocurrió en la Edad Media, sino deberían buscar por lo menos una mínima confluencia que evite un profundo conflicto filosófico. El entendimiento entre ciencia y religión parece algo desnaturalizado por sus particulares principios. Vaya dilema.

Adentrarnos en el conocimiento del cosmos y sus misterios, nos eleva más allá de nuestras creencias religiosas, para convertir al dios de los humanos en algo diminuto e intrascendente. Nuestro planeta azul, apenas es un puntito extremadamente diminuto en la Vía Láctea, nuestra galaxia. Suponiendo que se podría viajar a la velocidad de la luz, que es de 300 mil kilómetros por segundo, necesitaríamos 27 mil años de constante viaje, solo para llegar a la mitad de nuestra galaxia, y de esas galaxias existirían aproximadamente unos 100 mil millones solo en el universo observable. Esto hablando de cuerpos celestes, pero el universo tiene misterios casi incomprensibles a la mente humana. El espacio que se consideraba como algo vacío, ahora se sabe que contiene la mayor parte de la materia del universo, conformada por radiación electromagnética, partículas cósmicas, neutrinos sin masa e incluso formas de materia oscura y la energía oscura.

Muchas de las verdades científicas de antaño se derrumban con el avance del conocimiento humano. Por ejemplo siempre se dijo que la distancia entre dos puntos es la recta, hoy se especula incluso que el espacio cósmico se puede torcer para acortar la distancia de esos dos puntos. Los misteriosos agujeros negros galácticos tienen una gravedad inimaginable que podría comprimir todo el planeta tierra al tamaño de una papa. Si nos adentramos al micro cosmos, la física cuántica hoy nos hace dudar de lo que nosotros conocemos como realidad, incluso pone en entredicho la teoría del origen del universo, este podría remontarse más allá del Big Bang. La mente humana es la mutación más maravillosa del todo, por poseer conciencia, es un milagro de nuestro universo conocido. A pesar de la insignificancia en el cosmos, la vida humana está llamada a trascender en el universo, a evitar su destrucción, a buscar los medios y la tecnología para nuestra supervivencia o morir en el intento; si no logramos este cometido, ¿de qué nos  serviría el altruismo espiritual, nuestra veneración a la madre tierra, o a aquel Dios omnipotente? Mientras tanto flotamos cual frágil burbuja en el espacio.