He llegado a la conclusión de que la violencia
lastimosamente es algo inherente a la naturaleza humana. Además sin necesidad
de justificarla, debo presumir que nuestro mundo es violento, que nuestra
galaxia y el universo mismo es violento. El micro cosmos es una eterna batalla
bacteriológica y de violentas colisiones subatómicas. En tal sentido los que
osamos estar vivos en esta fracción de segundo cósmico, somos naturalmente unos
supervivientes. Existe evidencia de que el ser humano es igual o más violento
que sus antepasados de la antigüedad, por hoy con una maquinaria más
sofisticada para hacer daño al prójimo. Por más religiosos y pacifistas que nos
declaremos, siempre tendremos impregnado en nuestra memoria, algún desliz
violento en nuestras vidas, eso es innegable.
Dentro de esta cruda realidad también se percibe tenue, la
luz de la sensatez y la búsqueda de la paz, destinada a eliminar el
sufrimiento, como un acto altruista de la inteligencia humana. En diferentes
épocas de la historia de la humanidad, han aparecido mensajeros de la paz o
profetas que nos han inducido hacia esa paz y convivencia fraterna, que todos
necesitamos pero que no la podemos establecer a cabalidad. Por ejemplo nadie
olvida el mensaje de paz que advirtió
Jesús el Galileo. También es cierto
que el tema religioso ha sido conflicto de sangrientas batallas y de
apasionadas discusiones, que pone en entredicho el propósito mismo de una fe
religiosa.
Cierto es que la política y la religión establecen los
parámetros legales y morales, para establecer una convivencia pacífica que nunca
se ha logrado en su totalidad; de ahí que estos temas son de un debate un tanto
conflictivo, que muchos prefieren evitarlos. Sin embargo cabe señalar que por
hoy son los únicos caminos tendientes a conseguir un equilibrio aceptable de
correlacionarnos en nuestro entorno y el mundo; por eso la necesidad de líderes
religiosos y políticos que sepan sobrellevar el yo violento interior que todos
tenemos, enjaulado en las rejas de la paz colectiva, que es lo que cuenta más.
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