jueves, 28 de marzo de 2019

Cuando nos bañábamos en los ríos


Hace medio siglo, las comunidades kichwas no conocían el agua entubada, peor aún agua potable. Seguramente quienes somos sus descendientes también seamos los sobrevivientes de esas generaciones de kichwas, que desde la colonia, fueron condenadas al ostracismo en su propia tierra, sin las condiciones adecuadas para poder desarrollarse como un pueblo digno, a pesar de haber sido vencido.

Recuerdo cuando era muy pequeño, todavía la gente de las comunidades orientales de Otavalo, sobrevivían alrededor del río Hatun Yaku y sus acequias. Era costumbre en aquella época, que muy de mañana, para las labores domésticas y preparación de alimentos, las mujeres se dirigían a estas fuentes naturales a recoger agua en sus "pondos" o cántaros que lo cargaban a sus espaldas y tapaban el orificio con hojas verdes de maíz. Todos acudían a estos lugares para bañarse, lavar sus ropajes, lavar lana de oveja y saciar la sed de sus animales. Bebíamos de esta agua sin ninguna preocupación, y antes no había la costumbre ni la facilidad de hervir el agua de consumo humano; en fin, así se ha sobrevivido en las comunidades kichwas de antaño. Recién a estas alturas del siglo XXI, las autoridades estatales se han preocupado en cubrir esta necesidad básica del agua en todos los sectores.

El agua es un recurso natural muy valioso por lo que es muy necesario proteger sus fuentes, reforestar los páramos para garantizar de alguna forma que el ciclo natural de vida de la Yakumama siga su curso, y que en el futuro no se cumplan las predicciones trágicas de que la gente y las naciones se enfrentarían  por este líquido de vida.