sábado, 29 de septiembre de 2012

Censura, democracia y racismo

No todo lo que se dice o se escribe en los medios de comunicación puede ser cierto, pero ciertamente el periodismo libre, constituye uno de los principales baluartes de la democracia. Sencillamente sin un periodismo libre, no hay democracia. Pero por otro lado también es cierto que históricamente los medios han sido acaparados por el sector pudiente y oligárquico de nuestros países. El poder de los medios masivos concentrados en pocas manos, es peligroso y enfáticamente cuestionable. Es tarea de cualquier gobierno que se jacte de democrático, romper ese monopolio comunicacional, sin violentar las libertades. Repetir ese monopolio a la inversa o mantener una guerra abierta hacia la prensa, es un camino errado por el cual ha optado el Gobierno Nacional.

La obsesión del Presidente ecuatoriano con la prensa, es enfermiza y ha logrado su cometido: llevar la nueva “batalla revolucionaria” a los medios masivos de comunicación, como las redes sociales. Las expresiones o comentarios de los seguidores del correísmo en contra de dirigentes indígenas como Lourdes Tibán o Salvador Quishpe, en sitios como Youtube, denigra a cualquier ecuatoriano: “india atrevida” “longa hedionda” “los indios son un problema para el Ecuador” “incivilizados” “india, anda dormí con los chanchos”, son algunos de los comentarios que hace entrever que el “Ecuador profundo” todavía es ignorante y racista.

La democracia es un término escurridizo y subjetivo, susceptible de innumerables interpretaciones; pero es innegable su relación con la libertad y la participación plural. Existen o existimos muchos escépticos en cuanto a la existencia de una verdadera democracia; más que todo en nuestros países. Con sus taras y defectos, está claro que el modelo político de nuestros países es democrático, hasta ahora. La democracia como se ha señalado, es la mejor forma de gobierno conocida hasta la actualidad; es perfectible y tiene la virtud aunque sea nominalmente en ciertos casos, de que su poder se base en el pueblo. ¡Libertad y democracia, sí; censura y racismo, no!

Publicado en Diario El Norte - 27/09/2012

lunes, 24 de septiembre de 2012

Libertad, seguridad y trabajo


 
La meta de cualquier gobierno racional debe ser la lucha inclaudicable contra la pobreza. En efecto creo que ese es el afán de los gobernantes del mundo, aparentemente. En ese contexto los estados se centran en la búsqueda de la mayor cantidad de recursos y riquezas que garanticen el bienestar de sus ciudadanos, y la de sus corporaciones en el caso de los países ultra capitalistas. Lamentablemente esta es la lógica del orden económico mundial, en la que estamos inmersos casi todos los habitantes de este planeta. Orden económico proclive a las grandes desigualdades sociales, que obligatoriamente debe irse corrigiendo. Más que cerrar los ojos o rechazar esta realidad, debemos propiciar relaciones económicas más justas y soberanas con las potencias del mundo.

Los berrinches ideológicos a la hora de establecer políticas económicas y comerciales dentro y fuera del país, son nocivos para el crecimiento económico que todo país necesita. Por otro lado subestimar y pretender limitar, emprendimientos particulares, bajo preceptos socialistas caducos, o principios colectivos arcaicos, es descalificable y poco consecuente con la realidad global. El ser humano necesita libertad, seguridad y trabajo. Libertad para pensar y decidir, seguridad para actuar, y trabajo  para vivir dignamente. Contradictoriamente, las libertades han sido amenazadas, la seguridad ciudadana se convierte solo en un cálido recuerdo, y en cuanto al acceso al trabajo, las estadísticas difieren totalmente de la realidad social.

Si queremos vencer a ese enemigo común que es la pobreza, debemos desintoxicarnos de los extremismos ideológicos y pensar en función de país. Al Ecuador ni a sus conciudadanos conviene una derecha ultra capitalista, egoísta e insensible, como tampoco un izquierdismo fantasioso, intolerante e inmediatista. La Patria es de todos, y todos debemos construir un acuerdo, una hoja de ruta, un plan de gobierno; no solamente para el rico, ni tampoco solamente para el pobre, sino para todos, sin exclusión alguna.

Publicado en Diario El Norte - 21/09/2012 

viernes, 14 de septiembre de 2012

Ética y laicismo



Tradicionalmente la moralidad ha sido relacionada con la religión. Casi la totalidad de los seres humanos se declaran miembros de una fe religiosa, sin embargo nos preguntamos: ¿dónde quedan las enseñanzas religiosas de amor y comunión, a las que todos dicen acoger y practicar, si por otro lado vemos a la barbarie caminar junto al ser humano? Tristemente recordamos etapas oscuras de la historia universal, donde las instituciones religiosas y los prelados eclesiásticos, fueron cómplices o partícipes de tanta injusticia y maldad: la teocracia despiadada del Medioevo, la sangrienta imposición del cristianismo en América, las torturas mostruosas de la Santa Inquisición, el comercio inhumano de africanos para la esclavitud en el nuevo mundo, el holocausto judío, para citar algunos.

Dada la naturaleza impredecible del ser humano, y a pesar de tanta contradicción filosófica, bien podría acogerse la célebre frase de Voltaire: "Si Dios no existiera, habría que inventarlo". Es que la naturaleza humana en esta etapa evolutiva del hombre y obviamente de la mujer, es equiparada a la de un niño; el hombre no puede todavía auto regirse, y necesita la promesa de un premio o un castigo divino, para portarse bien. Sin embargo esta realidad hoy tiene su variante: el hombre ya no es ese ignorante sumiso y temeroso de hace mil años, la ciencia ha calado hondo en la civilización contemporánea. Pero la ética y la moralidad se han rezagado al paso de las religiones.

En las actuales circunstancias, en donde la criminalidad y la corrupción han tomado proporciones inéditas, vale regresar a mirar uno de los preceptos de la Revolución Francesa, muy adelantada para su época, como es la "ética o la moral laica" como política de Estado. Es momento de mirar a nuestros niños y a nuestro sistema educativo para reponer la moralidad como medio hacia una convivencia respetuosa. Defendemos el laicismo y el Estado no debe propiciar ninguna religión, pero eso no le exime de fomentar y poner un énfasis determinante en la ética y la moral, como medios hacia el buen vivir.

Tomado del Diario EL NORTE

viernes, 7 de septiembre de 2012

Uniformes y aculturación


Ciertamente los pueblos originarios hemos sufrido procesos de aculturación desde hace mucho tiempo. La pérdida de nuestra identidad cultural ha estado ligada principalmente a la política impositiva del sistema educativo ecuatoriano. Recordemos que esa es la razón para que; a disminución de la población kichwa indígena, aumente la población “mestiza”. Lamentamos reconocer que ahora, en plena vigencia de una Constitución Plurinacional, donde incluso nuestro idioma el kichwa es reconocido como oficial, los centros educativos sigan diezmando la identidad, duramente preservada por los pueblos y nacionalidades del Ecuador.

Sin ser exageradamente tradicionalistas, reconocemos que una aculturación equilibrada, responsable y respetuosa, hasta puede ser positiva en las relaciones interculturales; el uso de indumentaria deportiva como los calentadores, el uso del jean para el trabajo de chicos y chicas, muchas veces es necesario y comprensible; pero el uso de ropa forma como las faldas en las niñas y los ternos escolares en los niños indígenas, disculpen es chocante y despreciable. Hoy no es raro ver, principalmente en las escuelitas del cantón Otavalo, niñas indígenas con tacones y faldas, niños con terno y doble corbata como dirían algunos. Extrañamente las autoridades educativas se han vuelto cómplices y encubridores de este lamentable proceso de enajenación cultural. Les recuerdo que el pueblo kickwa-otavalo en especial, tiene su traje formal: blusa bordada, fachalina, anaco, alpargatas, para las niñas; sombrero, poncho, pantalón blanco, alpargatas, para los niños.

Lamento decir que a la epidemia de cortarse la trenza en los adolescentes kichwas-otavalos, se sume la complicidad de las escuelas en el despojo de nuestra vestimenta tradicional. Muchos actores y activistas culturales nos sentimos decepcionados, cansados y perdidos, frente a tanta avalancha y despropósito de medios y sistemas que empujan a una alienación total.  

(Opinión publicada en diario El Norte de Ibarra)