viernes, 14 de septiembre de 2012
Ética y laicismo
Tradicionalmente la moralidad ha sido relacionada con la religión. Casi la totalidad de los seres humanos se declaran miembros de una fe religiosa, sin embargo nos preguntamos: ¿dónde quedan las enseñanzas religiosas de amor y comunión, a las que todos dicen acoger y practicar, si por otro lado vemos a la barbarie caminar junto al ser humano? Tristemente recordamos etapas oscuras de la historia universal, donde las instituciones religiosas y los prelados eclesiásticos, fueron cómplices o partícipes de tanta injusticia y maldad: la teocracia despiadada del Medioevo, la sangrienta imposición del cristianismo en América, las torturas mostruosas de la Santa Inquisición, el comercio inhumano de africanos para la esclavitud en el nuevo mundo, el holocausto judío, para citar algunos.
Dada la naturaleza impredecible del ser humano, y a pesar de tanta contradicción filosófica, bien podría acogerse la célebre frase de Voltaire: "Si Dios no existiera, habría que inventarlo". Es que la naturaleza humana en esta etapa evolutiva del hombre y obviamente de la mujer, es equiparada a la de un niño; el hombre no puede todavía auto regirse, y necesita la promesa de un premio o un castigo divino, para portarse bien. Sin embargo esta realidad hoy tiene su variante: el hombre ya no es ese ignorante sumiso y temeroso de hace mil años, la ciencia ha calado hondo en la civilización contemporánea. Pero la ética y la moralidad se han rezagado al paso de las religiones.
En las actuales circunstancias, en donde la criminalidad y la corrupción han tomado proporciones inéditas, vale regresar a mirar uno de los preceptos de la Revolución Francesa, muy adelantada para su época, como es la "ética o la moral laica" como política de Estado. Es momento de mirar a nuestros niños y a nuestro sistema educativo para reponer la moralidad como medio hacia una convivencia respetuosa. Defendemos el laicismo y el Estado no debe propiciar ninguna religión, pero eso no le exime de fomentar y poner un énfasis determinante en la ética y la moral, como medios hacia el buen vivir.
Tomado del Diario EL NORTE
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