Ciertamente los pueblos originarios hemos sufrido procesos
de aculturación desde hace mucho tiempo. La pérdida de nuestra identidad
cultural ha estado ligada principalmente a la política impositiva del sistema
educativo ecuatoriano. Recordemos que esa es la razón para que; a disminución
de la población kichwa indígena, aumente la población “mestiza”. Lamentamos
reconocer que ahora, en plena vigencia de una Constitución Plurinacional, donde
incluso nuestro idioma el kichwa es reconocido como oficial, los centros
educativos sigan diezmando la identidad, duramente preservada por los pueblos y
nacionalidades del Ecuador.
Sin ser exageradamente tradicionalistas, reconocemos que una
aculturación equilibrada, responsable y respetuosa, hasta puede ser positiva en
las relaciones interculturales; el uso de indumentaria deportiva como los
calentadores, el uso del jean para el trabajo de chicos y chicas, muchas veces
es necesario y comprensible; pero el uso de ropa forma como las faldas en las
niñas y los ternos escolares en los niños indígenas, disculpen es chocante y
despreciable. Hoy no es raro ver, principalmente en las escuelitas del cantón
Otavalo, niñas indígenas con tacones y faldas, niños con terno y doble corbata
como dirían algunos. Extrañamente las autoridades educativas se han vuelto cómplices
y encubridores de este lamentable proceso de enajenación cultural. Les recuerdo
que el pueblo kickwa-otavalo en especial, tiene su traje formal: blusa bordada,
fachalina, anaco, alpargatas, para las niñas; sombrero, poncho, pantalón
blanco, alpargatas, para los niños.
Lamento decir que a la epidemia de cortarse la trenza en los
adolescentes kichwas-otavalos, se sume la complicidad de las escuelas en el
despojo de nuestra vestimenta tradicional. Muchos actores y activistas
culturales nos sentimos decepcionados, cansados y perdidos, frente a tanta
avalancha y despropósito de medios y sistemas que empujan a una alienación
total.
(Opinión publicada en diario El Norte de Ibarra)
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