La seguridad es un requisito fundamental para lograr el progreso, desarrollo, sumak kawsay o como quiera llamarlo. Si bien es cierto que la delincuencia no terminará nunca, también es cierto que se puede reducir a porcentajes ínfimos; todo esto dependerá claramente de la política estatal o del gobierno de turno. Por eso el clamor ciudadano de poder vivir seguros y tranquilos, con una legislación -seguridad jurídica- clara y justa, tendiente a una convivencia más o menos armónica entre los ciudadanos y ciudadanas.
En contraposición a las estadísticas, a los indicadores económicos; la delincuencia ha crecido abultadamente en los últimos años, y no nos queda más que fortificar nuestras casas y comercios a modo de castillos medievales, caminar con la psicosis de algún momento ser abordados por un delincuente y esperar medidas efectivas de parte de las autoridades competentes, que no llegan. Últimamente Otavalo ha sido un sitio predilecto de la delincuencia, a razón de una actividad económica importante en la provincia y paso predilecto del turismo nacional e internacional. Si no nos hemos dado cuenta, la ciudad ha crecido significativamente y demanda de necesidades acorde a su tamaño, como la implementación de la central 911, “Ojos de Águila”, aumento de patrulleros y efectivos policiales, entre otras bondades de la tecnología contemporánea.
Aunque el asunto de seguridad ciudadana compete exclusivamente al Gobierno Nacional, entiendo que todos estamos dispuestos a contribuir en revertir el flagelo de la delincuencia. Es oportuno hacer una invitación cordial a todas las autoridades, sectores sociales, ciudadanía en general, a unir nuestras manos y nuestras mentes, para buscar e implementar mecanismos efectivos que contrarresten la delincuencia, que por hoy, viene ganando esta guerra.
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