El doctor Alfredo Palacio, expresidente de la República,
quién dio la oportunidad a un desconocido profesor universitario llamado Rafael
Correa, para que demuestre sus dotes de economista y tenga el “chance” de
emerger en la arena política del país, nombrándolo Ministro de Economía y
Finanzas en el 2005; lo dijo claramente el 24 de mayo pasado: “no creo en la
reelección en lo absoluto, creo en la total alternabilidad”. En este sentido
todo cambio de mando resulta saludable para la democracia, a más de ser un acto
ritual muy emotivo, crea expectativas y la esperanza de un mejor porvenir. La
fiesta democrática y la conmemoración de la Batalla de Pichincha, con la que
Ecuador selló su independencia de España en 1822, del pasado miércoles, no fue
la excepción; un acto protocolar y cívico en el que asumió sus funciones Lenín
Moreno, como Presidente Constitucional de la República del Ecuador.
El discurso de Moreno fue conciliador y convincente, entre
otras cosas dijo: “todos somos hechos del mismo barro”, “Ha concluido una etapa
que, como todas, no está libre de errores…”, además dijo algo que considero
fundamental: “no puede haber diálogo sin libertad de expresión”. También dijo
que no habrá las llamadas sabatinas, pero que mantendrá informada a la
ciudadanía, como manda la Constitución, dijo que no se negará a los jóvenes a
que estudien la carrera de sus sueños.
Este tipo de discursos inaugurales suelen ser espléndidos y
bonitos, y aunque la sabiduría popular dice que “del dicho al hecho hay mucho
trecho”, esperamos por el bien del país, que al licenciado Moreno le vaya muy
bien, aunque 15 funcionarios del anterior régimen se mantengan en su gabinete,
aunque el único apellido runa que aparece por ahí en los últimos lugares, sea
el de Cholango Tipanluisa. Ecuador ha tenido un respiro en medio del pesado
aire político que reinaba hasta el momento, bajo la sombra de Rafael Correa,
que como se dijo, iría a tierra belga. Los ecuatorianos todos, tenemos una
nueva oportunidad de enrumbarnos en la vía de la unidad, el trabajo y el
progreso.
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