Sobre los últimos sucesos lamentables de violencia y
vandalismo, suscitados en las celebraciones del Inti Raymi en Cotacachi y “San
Juan Capilla” de Otavalo, se han proferido una serie de calificativos y
criterios que rayan en la generalización, el desconocimiento e incluso en el
racismo. Antes de explicar este fenómeno social, sin ninguna intención de
justificar, quisiera poner en claro que no estamos de acuerdo con la violencia en
cualquiera de sus manifestaciones, más aún si esta pone en riesgo a otras personas
que nada tienen que ver con el asunto. Tristemente la violencia es algo
inherente del ser humano, ninguna sociedad por más civilizada se autoproclame,
podría cubrirse con el santo velo del pacifismo puro; entonces sobran esos
calificativos de “salvajes”, “incivilizados”, etcétera. Hemos visto peores
cosas en un estadio de fútbol, calles y plazas de sociedades llamadas del
“primer mundo”, ni qué decir de las guerras y otros conflictos políticos.
En el caso del “tinkuy” o “encuentro” que se produce en los
bailes del Inti Raymi, se podría señalar que esta práctica se remite a la época
incásica, donde la nobleza inca, distribuida en “panakas” o linajes familiares,
se dividían y rivalizaban dentro de dos grandes grupos, los del “hanan” Cusco y
“urin” Cusco, dicho de otra forma, entre parcialidades altas y las
parcialidades bajas. En Cotacachi se puede notar claramente esta
característica, en los encuentros de comunidades al momento de la toma de la
plaza central, que por cierto en su antaño era un sitio sumamente sacralizado. En
el Inti Raymi hay un despliegue impresionante de energía y fuerza, que solo los
que han vivido la experiencia lo podrán entender; y esa energía se desfoga en
la fuerza del zapateo, de la música y de los cánticos; en el caso de Cotacachi
una de sus válvulas es el enfrentamiento entre rivales. Este encuentro o
“tinkuy” por hoy se ha degradado con la intromisión de factores exógenos como
las pandillas, el uso de armas como piedras, cables, cuchillos e incluso armas
de fuego. Urge detener de inmediato estos actos, es un gran reto para las
autoridades y comunidades involucradas.
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