A raíz de la Revolución Francesa de 1789, donde se acuñarían
los términos izquierda y derecha para definir dos tendencias políticas, surge
la gran lucha ideológica, de dos visiones políticas que marcarían el destino de
la humanidad. Una, que respondía al poder establecido o ‘statu quo’, que pregonaba
sin vacilación la continuidad de un sistema absolutista de injusticias, basado
en un decadente sistema feudal; quedaría identificado como derecha. Otra, que
había florecido de la Ilustración –movimiento cultural e intelectual europeo-
que estaba en pleno apogeo, bajo la sombra de pensadores como Montesquieu,
Rousseau, Voltaire, entre otros; que aunque había surgido de las bases y de las
necesidades de la nueva burguesía, representaba un cambio total y
revolucionario al sistema establecido; esta corriente quedaría marcada en su
momento como izquierda.
La Ilustración marcaría el inicio y nacimiento de otras
tendencias culturales y políticas en la Europa del siglo XIX, muchos pensadores
no se conformaron con la consolidación del estado democrático burgués y
surgieron propuestas más radicales como el mismo marxismo, que negaba
absolutamente el sistema capitalista, para que las sociedades evolucionen hacia
un sistema igualitario llamado comunismo. La historia reciente del
enfrentamiento entre estas dos visiones políticas es conocida: Corea, Vietnam,
la Guerra Fría; Mao, Stalin, entre otros tantos. Luego vino el declive de los
sistemas socialistas de izquierda: la caída del muro de Berlín y lo que
representó ese hecho. Más acá con el experimento del llamado Socialismo del
Siglo XXI, quedó demostrada la incapacidad de la izquierda latinoamericana en
el manejo económico de un país. El reto de frenar el avance de un capitalismo
absoluto y deshumanizante, está todavía en vacancia; para esto la izquierda
tradicional, no tiene la capacidad de respuesta que involucre una alternativa viable. ¡No
al capitalismo caníbal insaciable, tampoco al izquierdismo iluso y fanático!
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