Curiosamente el Informe Mundial sobre la Felicidad 2015, ubica con Suiza a la cabeza, a los Países Escandinavos en el Top 10, de los países más felices del mundo. Obviamente son naciones democráticas y desarrolladas con un sistema político maduro y funcional. En Escandinavia sus habitantes gozan de altos estándares de vida y de buenas prestaciones sociales, gracias a que en esa parte del mundo se ha recreado la idea de un “socialismo civilizado”, llamado también el modelo nórdico de bienestar, lejos de la barbarie del fracasado modelo del Socialismo Real. Es que la idea de construir una sociedad del bien común, nunca deberá renunciar a los derechos establecidos y garantizados por las Naciones Unidas, y básicamente a la libertad del ser humano. El sentido de libertad está impregnado genéticamente en la naturaleza humana, negarla sería negar al mismísimo ser humano.
Se tendría que hacer un esfuerzo para poder comprender a estas alturas de la vida política, cómo algunos ciudadanos osan de seguir vociferando sus proclamas revolucionarias “bolcheviqueanas”, para seguir defendiendo lo indefendible, como es el fracasado modelo del “socialismo populista” autoritario del siglo XXI y a sus toscos líderes. La conclusión sería que las canonjías extendidas a intelectuales y hombres de bien, lastimosamente a veces, surten el efecto esperado. Más allá en las huestes menos ilustradas, es más comprensible que por el “puestico” o el “puentecito”, ellos estarán siempre listos para aplaudir y “respaldar”.
A pesar de la crisis económica que se empieza a vivir, es confortable saber que las sociedades con sus aciertos y tropiezos, siempre seguirán hacia adelante, lo que tenga que borrarse se borrará, los que tengan que unirse se unirán, los que tengan que irse se irán y lógicamente el pasado nunca volverá.
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