En un mar de arena amarillento, en el desierto sureño del Perú, el sol se despide en el horizonte, con un cálido espectáculo de colores y sombras. Por la inmensidad de aquel paisaje extraño y cautivador, se divisa desde lejos una rayita que la atraviesa, casi imperceptible, es la carretera poco transitada que conecta el altiplano peruano con el Océano Pacífico. El breve silencio desértico se interrumpe por el rugir de dos máquinas, las indestructibles motocicletas GS 500 de Suzuki, que vienen conducidos por dos otavaleños a su paso por el majestuoso Titicaca y la República Plurinacional de Bolivia, desde las tierras norteñas de los “kitus”, de las tierras que en su época robaron el corazón del Inca Atahualpa. El objetivo del recorrido en este día es Tacna, la ciudad fronteriza próxima a la República de Chile.
Cruzar en una máquina de dos ruedas el tramo comprendido entre Desaguadero, ubicada en la frontera con Bolivia, y la ciudad de Tacna, realmente fue épico; primero, tuvimos que poner a prueba nuestro improvisado equipo al frío extremo que representa circular a velocidad por los 5.000 metros de altura sobre el nivel del mar; segundo, el tramo era largo, desconocido y desolado; al demorarnos un buen tiempo bajo esa temperatura blanquecina de las alturas peruanas, nos preocupó seriamente, pero no nos quedó otra que seguir apresuradamente hasta ubicarnos en descenso y alejarnos del frío extremo que empezaba a congelar los dedos de las manos.
Grandes experiencias que alimentan nuestras vidas, eso constituyó esta aventura que lo realizamos ya hace algunos años, y que por hoy lo realiza nuestro dilecto amigo, Leonardo Eskenazi, un chileno que ha adoptado a Otavalo como su tierra, él regresa apresurado ya por el Perú, en su gran máquina, la Suzuki V Strom 650.
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