Me he tomado el atrevimiento de sacar algunos extractos de
la investigación periodística de Eduardo Tamayo G., realizada en 1994 y que se
titula: “Resistencias al autoritarismo”. La obra es un compendio del periodo
presidencial socialcristiano, comprendido entre 1984 y 1988, liderado por el
guayaquileño León Febres Cordero Rivadeneira, quién en esa época fue llamado
acertadamente como el “dueño del país”. La mayoría de los jóvenes de hoy, ni
siquiera habían nacido en esa época, y estimo que poco o nada conocen de lo que
aconteció en este periodo, caracterizado por una confrontación política muy
violenta.
“La acción represiva del febrescorderismo se dirige también
contra la prensa de oposición, y contra los periodistas en general, por el
delito de informar lo que pasaba en el país. Esta situación se produce,
paradójicamente, cuando el régimen se proclamaba como “el campeón de la
libertad de expresión”…” “Los periodistas, columnistas y medios no solo que
tienen dificultades para cumplir con su trabajo –es frecuente que policías,
militares y diputados gobiernistas agredan a reporteros- sino que serán objeto
de persecución y retaliaciones.”
“Así por ejemplo, los articulistas del diario Hoy: Juan
Cueva, Simón Espinosa y Patricio Moncayo son despedidos de sus puestos en el
sector público por “escribir en la oposición”. El editor de la controvertida
revista Censura, Pancho Jácome, es detenido y torturado, en una oficina
contigua a la Gobernación de Guayas, según su denuncia. Varios periodistas son
separados de los medios de información por presiones oficiales. Se clausuran
las emisoras Democracia de Quito, y CRE, Huancavilca y Centenario de Guayaquil,
por transmitir declaraciones de Abdalá Bucaram, consideradas ofensivas para el
presidente de la República.”
“El Gobierno desde el principio, no le reconoce al Frente
Unitario de Trabajadores, FUT, su condición de interlocutor social. Su política
hacia el movimiento sindical no se sustenta en el diálogo sino en la
confrontación directa, la represión y las acusaciones de subversión a los
trabajadores.” Cualquier parecido con la realidad actual, es pura coincidencia.
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