domingo, 13 de julio de 2014

Ganado y burocracia

A las cinco y media de la madrugada, de un día sábado cualquiera, es normal encontrarse con grupos de turistas extranjeros de diversas nacionalidades y edades, que apurados caminan por la vías que conducen al “mercado de animales” de Otavalo; otros se detienen para preguntar sobre las referencias de este sitio, que al igual que en otros espacios de la serranía, es un hormiguero multicolor de gran atracción, en especial para los visitantes de latitudes distantes. Recuerdo que hace ya varios años, en mi periplo por el altiplano peruano, incluso quien esto escribe, quedó fascinado ante un gentío colorido, de trajes llamativos y vistosos animales que irrumpían aquel espacio verde, en un pueblito cualquiera cerca de Cusco. Era pues una escena tradicional y muy propia de los pueblos andinos.

La decisión de los funcionarios de Agrocalidad, de clausurar la feria de animales de la ciudad de Otavalo, llama mucha la atención, por inesperada. Entiendo que esta clausura pesa sobre la municipalidad de Otavalo y por lo tanto es injusto y viene a destiempo. Es injusto porque los perjudicados de esta decisión burocrática, son los comerciantes que participan y subsisten de esta tradicional feria, que nada o poco tienen que ver con las adecuaciones del lugar. Por otro lado viene a destiempo porque las autoridades actuales del Municipio, recién acaban de posesionarse en sus flamantes puestos, y al igual que los usuarios de este mercado, se absuelven de responsabilidad.

Desesperados, en esta semana, los usuarios de este espacio se han reunido con los funcionarios municipales, para buscar soluciones urgentes a este problema que tiene incidencia social y turística. La solución es razonable y viable: Uno, los funcionarios de Agrocalidad deben rever  de manera urgente la decisión tomada. Dos, deben extender un plazo razonable para que las nuevas autoridades planifiquen la reubicación adecuada de este centro de comercio pecuario. El trabajo honesto y esforzado de la gente del pueblo, no puede detenerse por tecnicismos burocráticos, peor aún por diferencias políticas de terceros.

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