martes, 8 de julio de 2014

“Dígame licenciado"

“Dígame licenciado”- “licenciado”-“gracias, muchas gracias”, son frases muy conocidas de la popular serie televisiva humorística “Los Chifladitos”, del mexicano Roberto Gómez Bolaños, más conocido como Chespirito. Hago esta colación con el afán de hacer notar, que esto de usar y personificar los títulos académicos en forma indiscriminada, podría responder a un complejo psicológico de amplio análisis. Estimo que se los usa, para presumir de inteligente y estudiado, para pretender posesionarse por encima de los demás. La misma intención delata muy poca inteligencia y un profundo sentimiento de inferioridad y baja autoestima.

Antes, en tiempos arcaicos, hablo de hace 30 o 40 años, el uso de títulos académicos como pronombres, debió ser algo normal por excepcional. Entiendo que esta costumbre por hoy se remite a lo pueblero y provinciano; no sorprende encontrar todavía, una letanía de licenciados, ingenieros y abogados, hasta en un “parte mortuorio”. Esta situación contrasta hoy, cuando las sociedades evolucionan hacia una convivencia igualitaria, el respeto a las diferencias culturales, la prohibición absoluta a cualquier tipo de discriminación social. Es de notar que particularmente en países anglosajones y más acá en prestigiosas universidades, el trato por ejemplo entre alumnos y profesores, es de igual a igual, como debería ser en todo lado.


Los títulos académicos sirven para presentarse a un trabajo y nada más, ni siquiera para colgarlos en la sala; me atrevería a decir que a veces ni siquiera para presentarse a un trabajo, pues aunque el título es un respaldo, no garantiza el dominio de destrezas en la supuesta especialización. Conocido es el dicho: “Hay genios sin educación primaria, y pendejos con doctorado”. Alguien muy sabiamente dijo que, después de la universidad, uno realmente empieza a aprender, y el aprendizaje no tiene plazo, es continuo y permanente. Si uno de los grandes sabios griegos de la antigüedad, Sócrates, dijo: “Solo sé, que nada sé”, ¿por qué deberíamos ir presumiendo nuestro título académico colgado en nuestro pecho?

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