Recuerdos de los experimentos revolucionarios de la época de
la guerra fría, sobran, como el caso de Camboya, que en la segunda mitad de la
década del 70, bajo el dominio de los Jemeres rojos con Pol Pot a la cabeza,
murieron cerca de dos millones de personas en el denominado genocidio
camboyano. Época en la que el hecho de vivir en una ciudad le convertía a un
ciudadano, en un potencial peligro para el Estado; se dice que incluso el uso
del pronombre personal yo, fue prohibido en pro de un colectivismo demencial.
Los horrores de la guerra y las posturas ideológicas intrascendentes siguen al
orden del día en distintas regiones del mundo, como en el caso
palestino-israelí. Una lluvia de bombas y de sangre de nunca acabar.
viernes, 18 de julio de 2014
Ideologías contrapuestas
El orden mundial o el statu quo global, basado en la
libertad y el capitalismo, dista mucho de ser justo y democrático, por ejemplo es conocido el papel que desempeñan
las grandes corporaciones en la política de las superpotencias. El 1% de la población
mundial acapara la mitad de la riqueza a escala planetaria. Con tantas
necesidades, el mundo gasta 1,8 billones dólares al año en armamento. Esto
realmente es una locura, cuando existen niños muriéndose de hambre y
enfermedades por todas partes. Definitivamente esto no se acerca al ideal de
justicia que tiene la humanidad. Por otro lado al unísono consigna
revolucionaria, tendiente a remediar estas injusticias en el mundo, se ha
planteado la antítesis ideológica basada en teorías contrapuestas al modelo liberal de la democracia occidental,
que como se ha podido comprobar, resultó un remedio peor que la enfermedad. No
se duda de las buenas intenciones que hubo, desde los inicios mismos del
marxismo, por cambiar ese orden mundial que pone al capital por encima del ser
humano. Pero el sendero trazado por el espíritu revolucionario no era el
correcto, se contraponía a la naturaleza del espíritu humano; la dignidad, el
libre albedrío y la individualidad, se sintieron afectados, y en consecuencia
el bloque socialista, cayó estrepitosa y simbólicamente con la demolición del
Muro de Berlín en 1989.
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