Al igual que todos los sábados, desde que tengo uso de
razón, la Plaza de los Ponchos ha sido la vitrina de las manufacturas que
realizamos en mi familia, desde tiempos inmemoriales. Es habitual que en
ocasiones encontremos nuestros puestos de trabajo, lleno de botellas vacías,
coletas de cigarrillos, sangre, vómitos y orines, por lo que siempre es
oportuno llevar nuestros propios implementos de aseo. El último sábado, día
mayor de feria, no era la excepción para esta inmundicia; por más limpieza que
se hizo, tuvimos que soportar aquel olor nauseabundo por todo el día.
Es lamentable que aquel lugar tan turístico y afamado,
considerado por algunos como patrimonio cultural, se haya convertido más que
todo en la noche, en guarida de malandrines y bebedero de fin de semana. Para
el colmo hace ya como un año, unos dos “dirigentuchos” de la plaza, con la
venia de las autoridades ambientales y municipales, decidieron acabar con todos
los árboles del sector, aduciendo que eran viejos y que representaban un
peligro para propios y visitantes del lugar. La Plaza de los Ponchos
lamentablemente está en decadencia, ni el auge revolucionario, ni los paquetes
verde de la bonanza petrolera, han hecho caso de su agonía, profundizando su
inexplicable mala racha. Para completar y evidenciar mis palabras, Otavalo no
ha sido tomado en cuenta ni en una fracción de segundo, en el famoso y costoso
video publicitario turístico mundial, llamado “All you need is Ecuador”.
En tiempos no muy lejanos Otavalo era una de los tres
destinos turísticos más importantes del Ecuador, hoy ni siquiera aparecemos
dentro de los diez primeros lugares de preferencia. Como comentaba una turista,
aquí “están matando a la gallina de los huevos de oro”, a vista y paciencia de
todos y todas. Ni las ocasionales visitas del presidente Correa a la Plaza, ni
el ostentar tener una lugareña en la jefatura legislativa, ni haber tenido un
“alcalde indígena”, bastaron para que alguien se sensibilice de esta penosa
situación; porque ahí no se ha invertido ni una sola piedra, ni un solo centavo
desde hace más de 40 años.
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