USD 660, es lo que costó un tablero eléctrico para seis
medidores de una vivienda de un pariente en la ciudad de Otavalo. Al escuchar
el precio del artefacto, al principio fui incrédulo y supuse que seguramente
contenía medidores de “luz” de altísima tecnología. Electrizante fue después
constatar, que en realidad ese era el precio del tablero –una caja metálica con
alambres y breakers- y que además no contenía medidor alguno. Posteriormente, don
Germán, el electricista de la familia, nos comentaba que la fabricación de
estos tableros, obedecía a un “monopolio”, pues alguien tenía la exclusividad y
la autorización de la empresa eléctrica para proveerla. Si realmente eso es
verdad, consideraría que es un asunto poco ético y que tiene que ser remediado.
Más allá de esta situación, parece que la empresa eléctrica Emelnorte, no
camina acorde a los nuevos tiempos de “modernización” empresarial –me refiero a
las empresas públicas- en la que la prioridad es la atención al cliente. Es
fácil notar que dentro de la empresa, existen personas muy educadas que se
esmeran por una buena atención, pero otros en cambio son pocos efectivos y parecería
que sufren de alguna dolencia, no sé, tal vez algún tipo de aburrimiento por
estreñimiento, pues se los ve malhumorados, de ceño fruncido, no responden
cuando se les habla y les resulta imposible dibujar en sus rostros aunque sea
una sonrisa fingida.
Anecdótico resultó notar, que en una ocasión, una empleada
de esta ya madura empresa, oprimía un botoncito para autocalificarse de
excelente, la atención que ella brindaba a los usuarios. Viveza criolla, falta
de honestidad, en realidad no sabría cómo calificar esta situación. Es
necesario notar también que son muy efectivos a la hora de “cortarnos la luz”,
pues no esperan ni un día, pero a la hora de la reconexión, el trámite puede
complicarse demasiado. No sé si sea, solo una percepción mía, pero podría asegurar
que algo pasa, o no pasa; en la empresa eléctrica regional Emelnorte.
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