En medio de la “prosperidad” y la euforia verde, en Ecuador
están sucediendo hechos muy graves que se caracterizan por una invisibilidad
producida por el marketing gobiernista; ante lo cual, quienes nos consideramos
demócratas no debemos callar. Qué pena decirlo, pero parece que por buscar la
estabilidad política y acentuar los cambios de la “revolución ciudadana”, se
quiere sacrificar las libertades y la institucionalidad democrática del país.
Hay que reconocerlo tácitamente, que esto no está bien, que es un error que no
muy pocos lamentaremos. Los Estados totalitarios jamás prosperarán, porque
denigran la naturaleza y la condición humana, para muestra basta con revisar la
historia política mundial. Los estadistas y los grandes líderes no pueden darse
el lujo de equivocarse atrozmente, bajo ningún justificativo en temas
relacionados con los derechos civiles y la construcción de una sociedad
respetuosa e equilibrada.
La persecución a periodistas, dirigentes sociales,
ambientalistas y en el caso de Cléver Jiménez, a asambleístas, es un
contrasentido y merma los logros de este gobierno. Es muy preocupante que a
razón de la llamada disciplina partidista, se haya eliminado cualquier debate
profundo y sincero al interior de Alianza País, peor aún al interior de la
Asamblea Nacional.
En sustento de una extraña figura jurídica, el domicilio del
asambleísta Jiménez y de su asesor Fernando Villavicencio, fueron allanadas por
la Fiscalía y miembros del Grupo de Intervención y Rescate (GIR), como en los
tiempos de León Febres Cordero. En el juicio demandado por injurias, por el
Presidente de la República; se emitió ya la sentencia a un año y medio de
prisión, ratificada por la Corte Nacional de Justicia. Evidentemente es un tema
político en donde es clara la violación a la inmunidad parlamentaria que goza
todo y toda asambleísta de la República. Si esto hacen con un asambleísta, ¿qué
podrán hacer con un ciudadano común y corriente? Difícil que el mito de David y
Goliat, se recree en esta ocasión.
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