En un hecho sin precedentes, el Tribunal Penal de la Corte
Nacional de Justicia, ha sentenciado a ocho procesados, entre ellos al
vicepresidente de la República en funciones, pero que no tiene ninguna función,
Jorge Glas, a seis años de prisión, como culpables y autores de asociación ilícita,
también deberán pagar 33,3 millones de dólares entre los ocho. Además, el juez
Édgar Flores pidió a la Fiscalía que investigara otros siete delitos contra
Glas y otros condenados; sin embargo, vale aclarar que esta sentencia es de
primer nivel y los procesados han anunciado que apelarán el fallo.
Esperemos que este hecho judicial, marque un punto de
quiebre en la muy cuestionada justicia ecuatoriana. Es conocido y sabido que la
justicia siempre ha estado en manos de los grupos de poder, o políticos de
turno que lo han utilizado a su antojo y capricho, para su acomodo o para
perseguir a sus opositores. Más aún en estos últimos diez años, en donde todos
los poderes del Estado, estaban supeditados a una sola persona, con el poder de
un emperador. Seguiremos insistiendo que la independencia de poderes, es la
mejor garantía para que la institucionalidad del país se fortalezca. Un sistema
judicial independiente y transparente, es necesario para que los ecuatorianos
todos, hombres y mujeres, podamos nuevamente creer en la justicia y la
legalidad, que es la base fundamental para una convivencia social aceptable. Un
sistema judicial que destierre la impunidad en cualquiera de sus formas.
Es el gran reto inicial del presidente Moreno, enrumbar al
país en la democracia institucional participativa, revisar la efectividad o
reestructurar el Consejo de Participación Ciudadana, es urgente, para que
ciudadanos de altísima probidad ética y sin vinculación partidista, ocupen la
titularidad en los organismos más altos de control estatal. El manto de la
justicia debe cubrir a todos en las mismas condiciones, a los de poncho o a los
de cuello blanco.
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