sábado, 30 de diciembre de 2017

El Año Viejo

En nuestro medio es más tradicional festejar el Año Viejo, que el Año Nuevo. Tal vez esto se deba a la particularidad de la cosmovisión andina, donde el tiempo pasado está frente a nosotros y el futuro está a nuestras espaldas, por eso la alocución kichwa: “ñawpa pacha” significa pasado, traducido literalmente: el tiempo de al frente. A diferencia de la tradición occidental donde se pone énfasis en recibir el nuevo año, celebrarlo con bombos y platillos, como un acto de recibimiento a un nuevo periodo de tiempo, con el optimismo y la confianza de que serán tiempos mejores; en nuestro medio se pone énfasis en despedir el año que culmina; con alegría, comida y bebida, quemando y “llorando” a un monigote que lo representa y simboliza todas las cosas vividas durante este periodo de tiempo, las cosas malas y las cosas buenas que sucedieron.

Recuerdo esta muy tradicional celebración con mucho cariño, desde que era muy pequeño. El Año Viejo era un día muy especial, porque toda la familia y amigos se reunían para preparar el festejo. Los muy hábiles, muy temprano recogían toda clase de ropa vieja, para confeccionar el monigote, el muñeco de trapo que en el proceso iría tomando la identidad de algún personaje conocido de la comunidad. Otros en cambio madrugaban a recoger palmas y armar el pequeño “altar” o escenario. Nunca faltaban los niños que cruzaban la vía con una soga, para pedir a los transeúntes la “limosnita para el viejito”. Las mujeres por lo general preparaban alimentos para compartir con los participantes. Tampoco faltaba el “purito” con el que se preparaba el “hervido de frutas”. Venían las risas, las carcajadas, la comida, la bebida, el baile, la alegría desbordante. El Año Viejo está muy arraigado en nuestros genes, es un espacio para la irreverencia, la sátira para el político del barrio, para el “guapo” de la esquina; donde algunos jóvenes brevemente expresan la “feminidad” que llevan dentro. El Año Viejo es una auténtica fiesta popular, donde se evidencia aquel dicho que dice: “A mal tiempo, buena cara”. ¡Felicidades a todos y todas! 



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