La democracia es un espacio público de confluencia de
visiones y aspiraciones, destinada a la solución de distintos problemas que
aquejan a la sociedad, en la búsqueda del “buen vivir” colectivo. En un sistema
político partidista, ante la dificultad de un consenso total, en temas
complejos y divergentes, es necesario entre los diversos actores de distintas
tendencias ideológicas, la construcción de acuerdos de gobernabilidad. Desde
esta óptica es válido que ciertos dirigentes del Movimiento Pachakutik, hayan
tendido puentes de diálogo con los diferentes sectores políticos, señalados o
autodefinidos como de izquierda, derecha o centro. Lo negativo es perder la
unidad y estos conversatorios se hagan a título personal. Pero la
responsabilidad y el reto para que no se produzca un cisma en cualquier movimiento,
básicamente radica sobre sus dirigentes, llámese coordinadores o presidentes,
que ponen a prueba su liderazgo. El debate es necesario en cualquiera de estos
espacios políticos, pero también pesa la visión y la capacidad de dirección del
líder, que además de sintonizarse verdaderamente con las bases, debe adaptarse
a los cambios de tiempo.
Para poder negociar un acuerdo político con cualquier
sector, es sumamente imprescindible tener un proyecto político bien definido y
elaborado, para evitar cualquier suspicacia. En el caso del movimiento en
mención, creo que es una de sus falencias, la ausencia de una plataforma
política bien definida y clara, más allá de fogosos discursos. Si conocemos
hacia donde queremos llegar, si sabemos qué es lo que queremos realmente, será
más fácil poder “negociar” con cualquier partido o movimiento político,
independientemente de su tendencia ideológica. Pero esto hay que hacerlo como
un movimiento unido, evitando cualquier dispersión de aspiraciones a un mero
interés grupal o personal. La historia ha demostrado que después de una guerra,
incluso es necesario hacer una alianza con el mismísimo verdugo, si es
necesario.
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