La tesis indigenista de que América fue usurpada a los
nativos de este continente, mediante un monstruoso genocidio que nunca se
justificará, es el golpe del martillo en el yunque, por el que los encargados
de escribir la historia y establecer a plenitud los estados nacionales criollos,
en el marco de la virtud, no han podido conciliar su sueño durante los últimos
siglos. Defensores de los “indios”, ante los abusos cometidos en contra de ellos,
aparecieron desde el principio; como el mismísimo Fray Bartolomé de Las Casas,
pasando por escritores y antropólogos, hasta el reconocimiento jurídico de los
Derechos de los Pueblos Indígenas por parte de la ONU, la OIT, y los mismos
estados nacionales de las Américas; sin olvidarnos también del acto de
contrición de los últimos papas de la Iglesia Católica, con respecto a este
tema.
La historia clásica nos enseñó que los habitantes de este
continente, llegaron a través del Estrecho de Bering hace más o menos trece mil
años, al término de la última glaciación. En 1997, esta teoría se desbarató, cuando
varios de sus defensores reconocieron públicamente, que una excavación
arqueológica realizada en el sur de Chile, había demostrado de manera
inapelable, la presencia humana en esa región, hace más de aquella fecha
migratoria; algunos arqueólogos han propuesto que los primeros pobladores de
este continente se remontan a más de treinta mil años, incluso otros
científicos plantean la hipótesis de que, antes de la llegada de Colón, hubo
hasta cinco oleadas sucesivas de asentamientos, la primera hace cincuenta mil
años.
Sea lo que sea, queda claro que la civilización humana, se desarrolló
simétricamente en los diferentes continentes. Al igual que la heredad
territorial de los europeos, los asiáticos, los africanos y otros pueblos, queda
bien marcada por la historia; lo mismo correspondería a los nativo-americanos. Los
pueblos y naciones originarias de América, tendrían todo el derecho de reclamar
sus territorios y a preservar su cultura, sobre cualquier circunstancia. Esto a
propósito de las expresiones de un funcionario gubernamental, en el sentido de
que la marcha indígena que se realiza en estos días, no tendría permiso. ¡Qué
ridiculez!
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