Primero, quisiera dejar en claro que estoy totalmente de
acuerdo, con el cambio de la matriz energética que impulsa el gobierno
ecuatoriano; esto de dejar el gas por las cocinas de inducción. Pero esto de
obligar o hacer despechar a la gente con el “jueguito” de, adivina adivina
¿dónde está el gas?, me parece insensato y cruel. Deambular por la ciudad
cargado el pesado fierro viejo, -así lo llamo a la bombona de gas- puede
parecer una vía crucis; o si por suerte encuentras al camión repartidor, hacer
una larga fila y cruzar los dedos para que no se agote el producto, antes del turno,
simplemente no es justo. Para el buen entendedor esto de hacer “cola” o filas
interminables para todo, es señal de que las cosas no andan tan bien en un país.
Por todo esto, ¡por favor! se ruega a las autoridades del
gobierno, que permitan, sea con subsidio o sin subsidio, la normal y fluida
comercialización del gas licuado de petróleo, en el territorio ecuatoriano y
punto. Además de una manera responsable el Gobierno Nacional, debería focalizar
o reconsiderar seriamente el subsidio a los combustibles, principalmente el de gas
de uso doméstico. Recordemos que en Ecuador prácticamente se regala el gas, el
precio oficial de un dólar sesenta centavos por cilindro, creo que apenas estaría
cubriendo costos mínimos de comercialización y transportación. Cabe señalar que
en épocas de escasez, el precio varía hasta los cinco dólares, según dónde se
compre.
El cambio de la matriz energética es inevitable, no es solo
un asunto doméstico nuestro, es una necesidad mundial, pero hay que entender
que es un asunto a largo plazo, en tal virtud la transformación deberá ser
gradual, con incentivos hacia la población. Mientras tanto el uso del gas
deberá seguir para los que prefieren, sin sustos o prohibiciones. Curiosamente
el gas de uso doméstico, se ha convertido en un tema tabú para los gobernantes
de turno, desde la época del presidente Bucaram, y parece que ahora, igual
podría afectar la credibilidad del gobierno.
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