Por más alegre y tranquilo que uno salga en su vehículo, la irresponsabilidad y la impericia de muchos conductores, no tarda en quitarnos el buen aire y dañarnos el resto de nuestro día. Conductores que no respetan para nada la luz roja de los semáforos, buseros que más parecen querer volar, infinidad de taxistas que manejan sin Dios ni ley, conductores y conductoras que esperan llegar a la esquina, para si es que se acuerdan activar sus direccionales, gente que no tiene idea de cómo utilizar los carriles de la autopista, entre tantos otros, revelan por qué el Ecuador es uno de los países con altos índices de percances automovilísticos.
Debemos reconocer que la campaña de control de velocidad que se realizó hace un tiempo, fue efectiva, se notaba que los conductores se preocupaban por la velocidad de sus automotores, para evitar las sanciones que por cierto son demasiadas drásticas. Pero esto tiene que ser permanente y se debe ampliar los controles. No nos cansaremos de decir que en el tema de los accidentes de tránsito, lo que hace falta es concienciación permanente y control. No bastarán las leyes que se emitan y remitan, por más drásticas y extrañas que sean, si solo se quedan en los textos jurídicos.
Aproximadamente según las estadísticas vigentes, en nuestro país 13 personas mueren diariamente en accidentes de tránsito y otras 152 quedan heridas. El promedio anual de accidentes de tránsito en el país fue de 24.750, en el periodo comprendido entre 2009 y 2013. Mientras que el promedio de las víctimas mortales, del 2008 al 2013, fue de 4.808 personas, según el sistema SOAT, y dentro de esto el 95% de responsabilidad corresponde al factor humano, entre las que prima la famosa “impericia del conductor”. Un dato curioso anota, que de los 1.3 millones de personas que fallecen en las carreteras a escala global, esto es 1 muerto cada 30 segundos; el 90% de víctimas mortales pertenecen a países de ingresos bajos. Esto podría interpretarse que al subdesarrollo económico, viene atado el subdesarrollo educativo.
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