La inversión de un millón de dólares en la remodelación del parque central de Otavalo, fue un gasto considerable de la administración anterior. En tal virtud se debería cuidar y optimizar el uso de este espacio público, en beneficio de propios y extraños. Muchos acudimos en la noche, acompañados de la familia, a tener momentos de esparcimiento en dicho espacio verde; pero lamentablemente a más de los perros callejeros que frecuentan, el sitio se percibe oscuro, a excepción de unos cuantos faroles, que apenas expenden una luz tan tenue, que torna en nostálgico y frío, lo que debería ser uno de los atractivos más cálidos y significativos de Otavalo; a propósito, una de las bien estructuradas bancas del parque, seguramente por acción de algún desadaptado, se empezaba a destruirse, ante el desinterés de sus cuidadores.
Estamos convencidos, creo que todos, de que el turismo es un potencial que Otavalo e Imbabura no deberían desperdiciar. Debe prevalecer el respeto, recalco nuevamente, a los espacios públicos. Se debe controlar la invasión a las veredas por parte de vendedores ambulantes y dueños de locales comerciales; cómo es posible que muchas veces, tengamos que caminar con nuestros niños por la calle, a disposición de ciertos conductores peligrosos. Por otro lado, nadie ha podido vencer la venta ilegal del licor artesanal y la presencia de malandrines bebiendo en la vía púbica, en el sector del Batán de la ciudad de Otavalo; tornando aquel barrio en peligroso e intransitable, en especial para los escolares que tienen que caminar por el lugar. ¡Hasta cuándo!
Por otro lado, estamos seguros que en la ciudad, debe haber autoridades de sanidad, tendientes a controlar el aseo en comedores y restaurantes de toda índole. Se puede observar por todo lado gente que manipula dinero y alimentos al mismo tiempo, de la misma manera se ve alimentos exponiéndose a la intemperie, sin protección alguna. Sanitarios sin los implementos adecuados de limpieza. Lamentablemente todo esto nos marca como un pueblito más de algún país tercermundista, a pesar de que en las altas esferas se hable del “milagro ecuatoriano”. Envío un S.O.S. a las autoridades competentes de la ciudad de Otavalo.
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