viernes, 14 de marzo de 2014

Serás viejo también

No hace mucho, en una de las redes sociales, se notó la publicación de una fotografía que seguro llegó profundo a muchos: una anciana maltratada al borde de la calle, y una leyenda que más o menos decía así: “Cuidé y crié a seis hijos, ahora nadie me puede cuidar”. ¡Tremendo! Un mensaje impactante que no se aleja de la realidad. El sacrificio que realizan los padres, en especial la madre de familia, en cuanto al cuidado de su crío, es invalorable y se extiende más allá de la edad adulta. El embarazo, los dolores, el parto, el amor, el cariño, la salud, la alimentación, vestimenta, entre muchos otros regalos que nos han proporcionado como hijos e hijas, muchas veces no son lo suficientemente reconocidos. La gratitud como uno de los valores y legados de nuestros padres, por hoy se pierde en el ajetreo  del mundo moderno, el trabajo, la diversión y el quemeimportismo hacia nuestros viejos.

La cultura occidental caracterizada por el institucionalismo, han creado guarderías y escuelas para nuestros niños; asilo de ancianos para nuestros viejos, sitios destinados a recluir a los adultos mayores, lugar donde alguien los cuida, pero que en realidad son hospicios donde nuestros mayores, literalmente se alojan para esperar la muerte, lejos de sus seres queridos; a razón de que sus hijos están muy ocupados y no pueden hacerse cargo de ellos. Los que tienen menos suerte incluso pueden terminar absolutamente solos o en la calle.

La tradición andina en estos casos demanda o demandaba otro tipo de responsabilidades para con nuestros viejos; más humana, más respetuosa y más justa, en la que los ancianos seguirán al cuidado afectuoso de su familia, por el resto de sus días. Estos son los valores que se anteponen a una vida contemporánea, en la que el dinero prima en la supervivencia familiar; tiempos en que el tiempo para compartir la sabiduría de nuestros viejos, la dulzura y la inocencia de nuestros hijos, se limita cada vez más. Seamos más agradecidos con nuestros mayores, no nos olvidemos de ellos. Recordemos que ese será nuestro retrato y nuestro destino también. 

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