viernes, 11 de agosto de 2017

Corrupción

Una de las definiciones de corrupción del diccionario de la Real Academia Española, dice: “En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones o medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores.” El común de los mortales, con razón, al escuchar este término lo asocia inmediatamente con el robo de fondos públicos. Lamentablemente en el quehacer político y en las funciones públicas, siempre ha estado incrustada la podredumbre de la corrupción. Este flagelo de la humanidad está directamente relacionado a la resistencia a regirse por los valores morales y éticos, que se han establecido como costumbre y mecanismo de convivencia, para normar de alguna forma la ambición que es parte de la condición del ser humano.


Aunque el tema de la corrupción siempre estuvo presente en los ámbitos políticos de la región, los escándalos que se han suscitado a nivel de Latinoamérica en los últimos tiempos, rebasan toda medida; más aún cuando el tema involucra a gobiernos llamado progresistas y de izquierda, a los que sus electores brindó confianza con la esperanza de que marquen diferencia de la tradicional clase política e inauguren la pulcritud en el manejo de las arcas públicas, en beneficio de las grandes mayorías. Atrás quedaron en el fango frases como: “manos limpias y mentes lúcidas”, “todo para la patria, nada para nosotros”, “la espada de Bolívar que recorre América Latina” o “vamos a inaugurar la decencia”. Lamentable, denigrante. Dos cosas se necesitan para establecer la honestidad en un país: La educación que involucra nuestra responsabilidad como padres de familia, como también del sistema educativo, por un lado; por otro, la consolidación de instituciones democráticas fuertes e independientes, como el Poder Judicial. A esto se le podría añadir la libertad de expresión. La lucha contra la corrupción debe ser una cruzada mundial en la que nos involucremos todos, aquí en el Ecuador debería ser un tema de unidad nacional, más allá de las absurdas pasiones políticas que enceguecen el sano juicio.

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