¿Dónde estabas? Es la primera pregunta con la que recibí a
mi primo, a la que gustoso empezó a responderme. Resulta que en Argentina se
había topado con una comunidad, digamos que religiosa, llamada Doce Tribus, en
alusión a la cita bíblica. Según el relato de mi pariente, me di cuenta que podría
ser uno de los lugares, porque hay otras en otros países, donde realmente se
practica en su integridad la vivencia comunitaria como hermanos; siguen los
preceptos bíblicos sin fanatismos, la propiedad es absolutamente comunitaria,
nada es de alguien, todo es de todos, tienen su propia escuela, trabajan,
producen sus propios alimentos y hasta cocinan y comen en colectividad.
Este relato inmediatamente me hace recordar, lo que
generalmente sucede en nuestro medio, por un lado con los impecables
predicadores bíblicos, y por otro más aún, con nuestros afanosos oradores que
pregonan el colectivismo, y otros y otras que recitan el baluarte socialista
como un modelo equitativo, donde se inclinan incluso a la eliminación de la
propiedad privada para establecer la propiedad colectiva, mientras ellos o
ellas se llenan de mansiones y riquezas. Cuanta falsedad, cuanta doble moral
que mejor termino este relato.
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